Ante el giro que han tomado las relaciones diplomáticas y políticas de Europa con Marruecos y Argelia, desde Marruecom entrevistamos al profesor y especialista en relaciones internacionales de la Universidad Mohamed I de Oujda, Khalid Chiat, quien compartió su análisis sobre la estrategia diplomática argelina y sus implicaciones para las relaciones de Europa con Marruecos.
Dadas las crecientes tensiones entre Argelia con España y Francia, tras su acercamiento con Marruecos y su apoyo al Plan de Autonomía del Sáhara, pareciera que Argelia busca otros socios como Italia. ¿Qué consecuencias podría tener esto para las relaciones con Marruecos, tanto de manera bilateral como a nivel regional?
La política exterior es una estructura preestablecida, en el sentido de que debe ser prospectiva y no reactiva. Lo que hace Argelia es una política exterior coyuntural, desorganizada e imprevisible. Por ello, sus relaciones con cualquier país no pueden gozar de estabilidad, e Italia no escapa a esta lógica. La relación de Argelia con Italia es puramente utilitaria: Italia puede obtener ventajas económicas y energéticas sin mayor esfuerzo político o económico. Lo único que exige Argelia a cambio son declaraciones aquí y allá sobre el “derecho a la autodeterminación”. Lo mismo hace con Estados Unidos.
Pero esta política no tiene futuro: es vender los componentes del Estado sin beneficios para el pueblo, por un objetivo inútil que es la cuestión del Sáhara. Lo que realmente importa es una lectura realista de las transformaciones internacionales que exigen, con urgencia, la construcción de un espacio integrado en el norte de África, cooperativo y solidario. De lo contrario, toda la región se encamina hacia lo desconocido.
¿Hacia qué otros países podría dirigirse Argelia ante el deterioro de sus relaciones con Francia y España? ¿Y cómo se percibe a Marruecos en este escenario?
Argelia busca que estos países asuman un rol a mediano y largo plazo, y ese rol no es otro que la hostilidad hacia Marruecos. En la mente de los dirigentes argelinos no existe otro objetivo que alcanzar, a través del Polisario, la ribera Atlántica, lo que les permitiría adquirir fuerza y una fachada marítima dominante. También buscan cercar a Marruecos, debilitarlo y aislarlo de África. Pero ninguna potencia seria en el mundo actual podría permitirlo: eso significaría fabricar una fuerza hegemónica, algo que ni siquiera Gran Bretaña permitió a Francia o España en pleno siglo XIX colonial. Mucho menos lo permitirá hoy a Argelia. Sería absurdo que Argelia mantenga su ambición hegemónica fuera de acuerdos regionales y de un marco estructurado por las potencias internacionales.
Cuando las relaciones de Argelia con Francia, España o cualquier otro país se deterioran, esto representa una oportunidad para Marruecos, y viceversa. Sin embargo, en el trasfondo, ambos terminan perdiendo mucho más a nivel estratégico general.
Con base en sus respuestas y cómo ha sido comprobado en otras ocasiones, se entiende que la fuerza regional debe basarse en la cooperación entre países vecinos. ¿Cree usted que el llamado a acercarse que hizo el Rey Mohammed VI en su último discurso de agosto tendrá eco en Argelia?
Lo natural sería que existiera un espacio integrado y complementario, pero no parece que los actuales dirigentes argelinos hayan llegado a esa conclusión. Aún predomina en ellos la mentalidad de hegemonía regional y de control del entorno inmediato. Siempre que pueden, lo ejercen. Por eso no parece haber esperanza de un acercamiento ni de una unidad económica, que es la única solución real para los problemas de la región. No sabemos si esta postura es una elección propia o más bien una respuesta a una función internacional que desempeña el régimen argelino.
María Angélica Carvajal
02/09/2025