El reciente otorgamiento del Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado, líder opositora venezolana, ha generado un intenso debate internacional. Mientras gran parte de la comunidad global reconoce la situación de Venezuela bajo el gobierno de Nicolás Maduro, considerado por muchos como una dictadura, y la crisis humanitaria y represión política que enfrenta la población, la decisión del Comité Nobel ha sido interpretada por varios analistas como una medida con fuerte contenido político.
El reconocimiento a Machado se fundamenta en su trayectoria en la promoción de la democracia y los derechos humanos en Venezuela, así como en su lucha por una transición pacífica y justa del régimen de Maduro, según comunicó el Comité Nobel. Medios como El País destacan su rol histórico en la oposición y su constante defensa del voto como herramienta frente a la violencia política, mientras que algunos legisladores estadounidenses que la postularon resaltan su “coraje, resiliencia y compromiso con la democracia”, como es el caso de Marco Rubio y Mike Waltz, en declaraciones de 2024.
Sin embargo, la polémica surge por sus declaraciones de apoyo a Israel y solicitudes de intervención de Estados Unidos e Israel en Venezuela. Videos difundidos en redes sociales y medios internacionales muestran a Machado expresando simpatía con el Primer Ministro Netanyahu e incluso mencionando la posibilidad de trasladar la embajada venezolana a Jerusalén, un territorio cuya soberanía es objeto de disputa internacional y cuya neutralidad es promovida por la solución de dos Estados. Estas posiciones han generado críticas por promover un enfoque internacionalizado de la crisis venezolana, que podría derivar en tensiones regionales y cuestiona la tradición pacifista del premio.
Desde Washington, la administración estadounidense expresó su descontento con la decisión del Comité Nobel, calificándola de política. Steven Cheung, director de comunicaciones de la Casa Blanca, afirmó que “el Comité del Nobel probó que pone la política por encima de la paz”, mientras otros analistas como Benjamín Gedan, director del Programa de América Latina del Wilson Center, sugieren que el galardón parece enviar un mensaje a la oposición venezolana y a los Estados Unidos para continuar la lucha por el cambio mediante medios pacíficos. Por su parte, el presidente estadounidense Trump, con quien Machado mantuvo comunicación tras el anuncio, elogió su labor y la calificó de “muy valiosa”, aunque algunos de sus aliados criticaron la concesión del premio como un “acto políticamente motivado”.
A la controversia se suman declaraciones del presidente ruso, Vladimir Putin, quien señaló que “ha habido casos en los que el Comité ha otorgado el Premio Nobel de la Paz a personas que no han hecho nada por la paz” y que, en su opinión, “estas decisiones han dañado enormemente el prestigio del premio”. Putin, aliado de Nicolás Maduro, destacó además que Trump “realmente hace mucho para la solución de crisis complejas que duran durante décadas”, en referencia a su plan para Gaza, subrayando la complejidad de evaluar los méritos de los galardonados en un contexto internacional altamente politizado.
El reconocimiento también ha planteado interrogantes sobre la recepción dentro de Venezuela y la percepción internacional. Mientras muchos sectores celebran la visibilidad internacional de la lucha por la democracia y la mejora del bienestar ciudadano, otros advierten que la vinculación con solicitudes de intervención extranjera y posturas geopolíticas sensibles podría afectar la legitimidad del premio y aumentar las tensiones diplomáticas. Expertos en el Nobel de Oslo han recordado que el galardón debe reflejar contribuciones efectivas a la paz, y no solo decisiones motivadas por intereses políticos externos.
Bajo este marco de críticas, el Nobel otorgado a María Corina Machado pone de relieve la tensión entre la defensa de la democracia y los derechos humanos en contextos de política internacional, así como la influencia de posiciones estratégicas sobre la percepción de logros pacifistas. La controversia sobre su vinculación con Estados Unidos e Israel subraya la complejidad de evaluar acciones de oposición en contextos donde la ayuda externa puede ser interpretada como intervención, dejando en evidencia que el galardón, aunque reconociendo su «liderazgo y valentía», abre un debate sobre la naturaleza y los límites del Premio Nobel de la Paz en escenarios geopolíticos altamente politizados.
11/10/2025
María Angélica Carvajal









