Las autoridades argelinas han declarado persona non grata (persona indeseable) al vicecónsul general de Marruecos en Orán, Khalifa Cheikhani, ordenándole abandonar el territorio argelino en un plazo de 48 horas. El anuncio, realizado el jueves por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Argelia, alega un «comportamiento sospechoso», sin proporcionar detalles sobre los hechos que sustentan esta acusación.
Según el comunicado oficial, el diplomático marroquí habría adoptado una conducta considerada «indigna de su función», violando supuestamente no solo la legislación argelina, sino también los principios establecidos en la Convención de Viena sobre las relaciones consulares. No obstante, la falta de detalles concretos genera dudas sobre la legitimidad de esta decisión, que parece más una reacción política que una medida disciplinaria genuina.
Convocado para ser notificado de la decisión, Cheikhani se convierte así en el objetivo de una nueva maniobra por parte de Argelia, en un contexto de relaciones bilaterales rotas desde 2021. En ese momento, Argel había justificado la ruptura diplomática con Rabat por quejas relacionadas, en particular, con la cuestión del Sáhara y acusaciones de «interferencia».
Esta nueva expulsión se enmarca en una serie de actos cuya finalidad parece ser menos diplomática que simbólica. Ante la ausencia de pruebas sólidas que respalden las acusaciones, la iniciativa argelina se percibe como una provocación innecesaria, incluso pueril, en un clima regional que, por el contrario, exigiría mayor moderación y sentido de la responsabilidad.
La actitud de Argel refleja una clara voluntad de mantener la tensión con Marruecos, corriendo el riesgo de profundizar aún más una relación ya rota, y comprometiendo las perspectivas de estabilidad y cooperación en la región. Ante la falta de explicaciones creíbles, esta decisión parece menos una respuesta a una falta diplomática que un golpe de efecto destinado a alimentar un relato conflictivo.
28/03/2025