En el marco de la reforma fiscal, Marruecos implementará, a partir de enero de 2026, un impuesto al carbono dirigido a las industrias con mayores emisiones de CO₂. Esta medida estratégica busca incentivar el uso de energías más limpias y reducir la huella de carbono del país. Los sectores más afectados serán la energía, el transporte y la industria manufacturera, que deberán adaptar sus modelos de producción para cumplir con los nuevos estándares ambientales.
Además del impuesto, el gobierno ha diseñado un plan para acelerar la transición energética. Se prevé incrementar la capacidad de producción en 1 400 megavatios y mejorar la eficiencia en el consumo energético. Paralelamente, se ha establecido un marco legal que permite a los actores privados producir y comercializar electricidad a partir de fuentes renovables, en un esfuerzo por diversificar la matriz energética nacional.
Si bien la nueva fiscalidad no afectará directamente a los ciudadanos, existe el riesgo de que algunas empresas trasladen este costo a los consumidores a través del aumento de precios. No obstante, las autoridades confían en que, a largo plazo, el impulso a las energías limpias fortalecerá la competitividad del sector industrial y generará beneficios económicos sostenibles.
Esta decisión se alinea con las tendencias internacionales en materia de reducción de emisiones. Desde 2005, la Unión Europea aplica un sistema de intercambio de cuotas de emisión, y en 2026 introducirá el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (MACF), que gravará las importaciones de países sin regulaciones estrictas en CO₂. En este contexto, la adopción de un impuesto al carbono en Marruecos podría ser clave para evitar barreras comerciales y mantener su acceso competitivo al mercado europeo.
13/03/2025