A pesar de los avances en la lucha por la igualdad de género, la participación política de las mujeres sigue siendo un tema pendiente en gran parte del mundo. Según los últimos datos de la Unión Interparlamentaria (UIP) y ONU Mujeres, la representación de las mujeres en puestos de liderazgo político avanza a un ritmo alarmantemente lento, e incluso retrocede en algunos aspectos.
Un panorama desalentador
Las cifras son contundentes: las mujeres ocupan los puestos más altos del Estado en solo 25 países, y 106 naciones nunca han tenido una mujer al frente. En este sentido, Europa sigue siendo la región con el mayor número de países dirigidos por mujeres, con 12, mientras que en 2024 se produjeron primicias históricas, entre ellas, las primeras presidentas elegidas directamente en México, Namibia y Macedonia del Norte.
Además, solo nueve países han logrado gabinetes con igualdad de género, una cifra que ha disminuido en comparación con los 15 registrados en 2024. Europa lidera en este aspecto, con países como Nicaragua, Finlandia e Islandia a la cabeza, pero en regiones como Asia Central y el Pacífico, la representación femenina en los gabinetes ministeriales es casi inexistente.
A nivel parlamentario, aunque la proporción de mujeres aumentó ligeramente a 27,2%, este crecimiento de apenas 0,3 puntos porcentuales en comparación con el año anterior es insuficiente. Peor aún, en los puestos gubernamentales, la representación femenina disminuyó en 0,4 puntos, situándose en 22,9%. Esta tendencia refleja una incapacidad sistémica para promover la igualdad de género en la política, especialmente en regiones como Oriente Medio y el Norte de África, donde las mujeres ocupan solo el 16,7% de los escaños parlamentarios y no hay ninguna mujer al frente de un parlamento.
Sesgos de género persistentes
La asignación de carteras ministeriales también evidencia la persistencia de la desigualdad de género. Las mujeres siguen siendo relegadas a áreas tradicionalmente asociadas con roles de cuidado, como igualdad de género, derechos humanos y asuntos sociales, donde representan el 86,7%, 71,4% y 55,6% de los ministerios, respectivamente. En contraste, en áreas de mayor influencia política y económica, como finanzas, defensa y asuntos del interior, su presencia es mínima, con porcentajes que no superan el 16,4%.
Este desequilibrio no solo limita el impacto de las mujeres en la toma de decisiones, sino que también perpetúa la idea de que ciertos temas son «masculinos» o «femeninos», reforzando barreras culturales y estructurales que dificultan el avance hacia la igualdad.
Un llamado a la acción
Ante este panorama, líderes y organizaciones internacionales han hecho un llamado urgente a la acción. Sima Bahous, directora ejecutiva de ONU Mujeres, afirmó que «el progreso no solo es lento; está retrocediendo». Subrayó la necesidad de implementar medidas concretas, como cuotas de género, reformas electorales y la voluntad política para desmantelar las barreras sistémicas que excluyen a las mujeres de los espacios de poder.
Martin Chungong, secretario general de la UIP, coincidió en que la falta de avances es un «serio llamado a la acción». Destacó que la participación activa de los hombres es crucial para lograr cambios significativos y construir democracias más inclusivas. «Somos responsables colectivamente de derribar las barreras y garantizar que la voz de la mujer tenga la misma representación en las funciones de liderazgo», afirmó.
Un futuro incierto
Aunque hay algunos avances positivos, como el aumento en el número de mujeres presidentas de parlamentos (23,7% en 2025 frente al 22,7% en 2023), estos logros son insuficientes para contrarrestar la desigualdad general. La lentitud del progreso y los retrocesos en algunas áreas sugieren que, sin acciones decisivas, la paridad de género en la política seguirá siendo una meta lejana.
La salud de las democracias depende de la inclusión equitativa de todas las voces en la toma de decisiones. Como señaló Tulia Ackson, presidenta de la UIP, «es hora de adoptar medidas firmes para eliminar estos obstáculos y garantizar que la voz de las mujeres en la política se escuche en igualdad de condiciones». Treinta años después de la histórica Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, que estableció un marco global para la igualdad de género, la promesa de paridad en la política sigue sin cumplirse.
El informe es contundente al afirmar que el mundo no puede permitirse seguir excluyendo a otra mitad de su población de los espacios donde se ejerce el poder. Pues, la igualdad de género en la política no es solo un derecho; es una necesidad para construir sociedades más justas y sostenibles.
12/03/2025