El reciente llamado del ministro de Defensa francés, Sébastien Lecornu, a «reconstruir» la relación con Argelia, deja al descubierto la profunda crisis que atraviesa la alianza bilateral. Más allá de las diferencias puntuales, las declaraciones de Lecornu apuntan a una preocupante deriva autoritaria del gobierno argelino, que instrumentaliza el sentimiento anti-francés para fines políticos internos y socava la cooperación en áreas cruciales como la lucha contra el terrorismo.
El caso del escritor franco-argelino Boualem Sansal, detenido desde noviembre por presuntamente «atentar contra la seguridad del Estado», es un ejemplo paradigmático de esta deriva. La acusación, ampliamente considerada como un pretexto para silenciar las voces críticas, ilustra la creciente intolerancia del régimen argelino hacia la disidencia y su desprecio por las libertades fundamentales. El propio Lecornu expresó su «compasión y apoyo» a Sansal, denunciando la «instrumentalización» de la relación con Francia para desviar la atención de los problemas internos.
Esta estrategia, que consiste en alimentar el resentimiento histórico hacia el antiguo colonizador para cohesionar a la población y justificar las políticas represivas, tiene consecuencias nefastas para la estabilidad regional. La obsesión del gobierno argelino con Francia le impide abordar los verdaderos desafíos que enfrenta el país, como la crisis económica, la falta de libertades y la creciente amenaza terrorista. Como señaló Lecornu, «estamos perdiendo el tiempo, incluso en la lucha contra el terrorismo», una lucha que requiere cooperación y no confrontación.
La cuestión del Sáhara, donde Argelia apoya al Frente Polisario frente a la propuesta de autonomía marroquí respaldada por Francia, ha exacerbado las tensiones. Sin embargo, el conflicto territorial no es más que un síntoma de un problema más profundo: la incapacidad de Argelia para construir una relación madura y constructiva con Francia, basada en el respeto mutuo y la cooperación en áreas de interés común.
La llamada de Lecornu a la reconstrucción de la relación bilateral, «sin debilidad ni ingenuidad», es un llamado a la responsabilidad del gobierno argelino. Argelia debe abandonar su retórica anti-francesa, respetar los derechos humanos y comprometerse con la cooperación regional para combatir el terrorismo y promover la estabilidad. De lo contrario, el país corre el riesgo de aislarse aún más y profundizar su crisis interna, con consecuencias impredecibles para la región.
22/01/2025









