El presidente argelino Abdelmadjid Tebboune ha sido reelegido con un 94,65% de los votos en unas elecciones marcadas por la baja participación y acusaciones de fraude. A pesar de la cifra abultada, menos de la mitad de los electores acudieron a las urnas, y la oposición, incluido el principal partido islamista, ha denunciado presiones para manipular los resultados. La Autoridad Nacional Independiente de Elecciones, afín al gobierno, ha ignorado estas denuncias, lo que resta legitimidad al proceso electoral.

El resultado, que podría ser producto de una inflada participación, muestra que el voto en blanco superó el número de votos a favor de Tebboune. Esta situación, sumada a la baja participación en muchas localidades, pone en duda la representatividad del mandatario. La reelección de Tebboune se produce en un contexto de represión contra las protestas del movimiento Hirak, que pedían libertades y elecciones justas, y que contribuyeron a la caída del anterior presidente, Abdelaziz Buteflika. Organizaciones internacionales como Amnistía Internacional han denunciado la violación de los derechos humanos, la limitación de libertades y la persecución política en el país.
En el ámbito internacional, Argelia se encuentra más aislada que nunca. Ha roto relaciones con Marruecos, se encuentra enfrentada con Francia y Japón, y tiene conflictos con varios países africanos y árabes. Su principal prioridad en política exterior es apoyar al Polisario, utilizando a la población saharaui en los campamentos de Tinduf como posible fuerza militar en una eventual confrontación con Marruecos. Esta estrategia pone de manifiesto la prioridad del gobierno argelino por sus intereses geopolíticos, por encima de las necesidades de su propia población y de la estabilidad regional.
10/09/2024