En el contexto de las últimas elecciones al Parlamento Europeo, celebradas en mayo del presente año, 2024, hemos sido testigos de que el Partido Popular Europeo (PPE) y el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D) obtuvieron la mayor cantidad de votos, representando conjuntamente el 51,07% de la participación total de la Unión Europea. En términos de escaños, el PPE logró asegurar 190, mientras que el S&D obtuvo 136. En este marco, también ha sido notorio el ascenso de nuevos movimientos y partidos de extrema derecha, los cuales han recibido apoyos tanto en España y Francia, como en otros países de la Unión Europea.
Para reflexionar sobre el continuo ascenso de la extrema derecha en los países europeos, hemos querido contar con la opinión experta y experimentada de Farid Bentria, Coordinador de la Fundación Pablo Iglesias.
Nuestro entrevistado, nacido en Tánger, se instaló en Granada a los 5 años, donde estudió Ciencias Políticas y Sociología. Implicado en diversos movimientos sociales desde temprana edad, ha estado ligado tanto a la cultura como a la política, fomentando la noción de interculturalidad con sus obras, situando al Mediterráneo, el Estrecho y a su ciudad natal como base en prácticamente todas sus creaciones artísticas.
Reflexionando sobre el aumento del apoyo y del voto joven hacia políticos con ideas vinculadas con la extrema derecha, nos surge, en esta primera parte de la entrevista, la siguiente pregunta: si gran parte de la población y de los políticos tienen, conocen y difunden argumentos y narrativas sobre el peligro que conlleva la polarización, ¿por qué vemos que los movimientos de extrema derecha siguen llamando la atención de los votantes?
“Estamos jugando en su marco. Cuando hablamos de redes sociales, lo que potencia el algoritmo es la emoción. Y claro, tú, la ultraderecha te plantea una emoción y tú contra eso planteas un argumento. El argumento no combate emoción. Además, dentro de lo que potencia el algoritmo, cuanto más transversal sea la emoción, más te la premia”, comienza afirmando.
“Por una parte, se encuentra el amor, el amor propio de la vanidad, es lo que más mueve la red social. Pero, al igual que existen los mega fans, que eso te mueve con gran fuerza el algoritmo, hay un sentimiento, una emoción que es mucho más transversal y poderosa: el odio. La cuestión es que con un argumento no se puede combatir este último sentimiento”, añade.

Con esto, Bentria señala las similitudes con lo ocurrido en la historia hace un siglo: “Estamos viendo cómo paso por paso se va repitiendo la historia. Hace 100 años pasamos por exactamente lo mismo”.
En esta línea, nuestro entrevistado compara el proceso que han vivido partidos de extrema derecha, surgidos en España y Francia, con lo vivido en el marco político de otros países europeos en el pasado.
“Vemos cómo los nacionalismos excluyentes o el populismo salvaje vuelven a estar encima de la mesa, igual que hace 100 años; vemos cómo los medios de comunicación les señalan con una primera pseudo línea roja, luego se la saltan; vemos cómo la derecha, la derecha democrática tradicional, necesaria en cualquier democracia, comienza percibiendo las líneas más radicales como un elemento minoritario y acaban pactando con ellos para llegar al poder. Con esto, vemos cómo eso los hace crecer, cómo se ven envueltos en la narrativa de esa parte y cómo la polarización evidentemente es una consecuencia. Posteriormente, apreciamos que los líderes de la derecha tradicional empiezan a tener argumentos de extrema derecha y finalmente cómo los partidos de la propia extrema derecha llegan al poder y tienen acceso a las políticas públicas”.

A raíz de esta reflexión también compara la sociedad actual con la de entonces: “¿Qué es lo que ha variado? La velocidad. Ahora somos felices a través del consumo rápido. A día de hoy, los jóvenes tienen una capacidad de consumo muy limitada, lo más rápido que se puede consumir es una moda. De hecho, las redes te permiten hacerte partícipe de las modas”.
Por otra parte, Bentria señala a las redes sociales como partícipes del consumo rápido y de formar parte de una “moda”, la cual se puede aplicar en diferentes ámbitos, incluso en el político. Así pues, aparece la noción de “pertenencia” y de “formar parte de algo mayor que uno mismo”: “Si yo me pongo una pulserita de un partido ya estoy participando en una moda, que además me da un sentido de pertenencia, que es el sentimiento que mayoritariamente nos falta”.
Sin lugar a dudas, con esto, vemos que no son pocos los elementos relacionados con este fenómeno; de hecho, es necesario tener en cuenta un conjunto amplio de factores históricos, emocionales y contextuales para formar una respuesta (cercana a la objetividad) que intente explicar el ascenso de movimientos políticos que promueven y sostienen posiciones o discursos ultraconservadores y ultranacionalistas.
Equipo de Marruecom
30/06/2024