Abu l-Hasan Ali ibn Nafi`, conocido por el poético apodo de Ziryab, que en persa significa «mirlo», por su tez oscura y su dulce melodía vocal, es una figura que resuena a través de los siglos como un pionero del Renacimiento antes de que el término siquiera existiera. Nacido alrededor del 789 en Mosul, dentro del floreciente Califato abasí, su legado no se limita a las artes, aunque es principalmente recordado como un virtuoso músico. Ziryab fue también un poeta, un innovador gastronómico, un influencer en moda y un pedagogo que dejó una huella indeleble en la historia cultural de al-Ándalus y, por ende, en la historia del mundo islámico y europeo.
En el califato abasí, Ziryab ya mostraba destellos de su genio bajo la tutela del eminente músico y compositor persa Ibrahim Al-Mausili. Su talento era tal que capturó la atención del califa Harun al-Rashid, lo que eventualmente desencadenó una rivalidad con su maestro. Temiendo ser eclipsado, Al-Mausili sugirió que Ziryab buscara fortuna en otro lugar, y así, con un giro del destino, este artista multifacético dejó Bagdad para eventualmente convertirse en una leyenda en la corte de Abderramán II en Córdoba.
Al llegar a Córdoba, Ziryab no solo introdujo una nueva cuerda a su laúd, sino que también añadió una dimensión educativa a la música, fundando uno de los primeros conservatorios conocidos. Sus alumnos, tanto hombres como mujeres, llevarían el legado de la música andalusí a nuevas alturas. Su música trascendió las fronteras del califato, influenciando estilos que perdurarían a lo largo de la historia musical del Mediterráneo y más allá.

Pero Ziryab no se conformó con revolucionar el mundo musical. Su influencia se extendió a la gastronomía; se dice que fue él quien estableció las normas de los cursos de comida que hoy damos por sentado: entrante, plato principal y postre. En un mundo donde la mezcla indiscriminada de sabores era la norma, él introdujo una sofisticación culinaria que marcaría el inicio de la alta cocina en al-Ándalus.
La moda y la higiene también fueron campos en los que Ziryab dejó su marca. Anticipándose a conceptos que hoy podríamos asociar con diseñadores de moda y estilistas, introdujo la idea de vestimenta estacional y la higiene personal regular, incluyendo el uso de productos para el cuidado del cabello y del cuerpo, e incluso las tendencias en peinados. La elegancia y el estilo de vida refinado se convirtieron en sellos de la sociedad cordobesa gracias a él.
Más allá de su impacto en la música, la gastronomía y la moda, Ziryab fue un verdadero agente de cambio cultural. Su llegada a al-Ándalus desde el oriente llevó consigo conocimientos y prácticas que enriquecieron la ya de por sí floreciente atmósfera intelectual y artística de la península ibérica. En un momento en que Europa estaba sumergida en lo que algunos historiadores llaman la «Edad Oscura», al-Ándalus brillaba con luz propia, en parte gracias a Ziryab.
Su influencia se extendió por toda la sociedad. Desde la corte hasta las calles, su presencia se sintió en cada esfera de la vida cotidiana. Los utensilios de mesa, la organización de las comidas, la estética del vestir y el aseo personal, todos recibieron el toque de Ziryab. Fue un visionario que comprendió que la cultura y la civilización se construyen en los detalles, en las pequeñas cosas que hacen la vida más bella y armoniosa.
Ziryab no solo dejó una marca en la música, la gastronomía y la moda de su época, sino que su influencia también se extendió al mundo literario y cultural en general, estableciendo conexiones interesantes con figuras y movimientos literarios posteriores, aunque de manera indirecta debido a la naturaleza de su legado.
Un hombre renacentista
Una figura que se puede comparar con Ziryab en términos de influencia multifacética y transicional es Dante Alighieri. Aunque vivió varios siglos después (1265-1321), Dante, como Ziryab, fue un pionero en su campo, estableciendo bases para lo que más tarde se convertiría en el Renacimiento europeo. Dante es conocido principalmente por su obra «La Divina Comedia», que es fundamental en la transición del pensamiento medieval al renacentista. Del mismo modo, Ziryab fue un precursor en conceptos de refinamiento y cultura en la Europa medieval, introduciendo prácticas y conocimientos del mundo islámico que enriquecieron el tejido cultural de al-Ándalus y, por extensión, de Europa.
Se añade que la influencia de Ziryab en la música tiene paralelismos con figuras como Guido d’Arezzo, un teórico de la música medieval europea que vivió entre 991 y 1033 aproximadamente. Guido fue fundamental para el desarrollo de la notación musical y el canto gregoriano, de manera similar a como Ziryab desarrolló el laúd y la estructura de la enseñanza musical en al-Ándalus. Ambos fueron innovadores que dejaron un legado duradero en la teoría y práctica musical.
En el ámbito de la gastronomía, un paralelo más moderno podría ser Auguste Escoffier, chef francés del siglo XIX y principios del XX, conocido por modernizar y organizar lo que se conocería como la alta cocina. Escoffier, al igual que Ziryab, fue un reformador en su campo, estandarizando recetas y técnicas de cocina en un momento en que la gastronomía comenzaba a ser reconocida como una forma de arte.
En cuanto a la moda, Ziryab podría compararse con figuras como Beau Brummell en la Inglaterra georgiana, quien es a menudo acreditado con la introducción del traje moderno para hombres y una filosofía de la moda basada en la elegancia y la simplicidad. Brummell, como Ziryab, influenció enormemente los estándares de vestimenta y el comportamiento social de su tiempo.
Aunque es complicado establecer correspondencias directas entre Ziryab y autores específicos debido a las diferencias cronológicas y culturales, su figura es un excelente ejemplo de cómo las artes y las ciencias pueden confluir en una sola persona, influyendo en múltiples aspectos de la sociedad y dejando un legado que trasciende las fronteras del tiempo y el espacio. Su vida y obra prefiguran muchos de los principios que se consolidarían con los polímatas del Renacimiento y la ilustración europea, demostrando que la búsqueda de la belleza y la armonía es un impulso universal que conecta diversas culturas y épocas.
RAO









