Donald Trump volvió a escena como solo él sabe hacerlo: con alfombra roja, cazas escoltando su avión y una agenda que mezcla negocios, política y un toque de show televisivo. Su nueva gira asiática —que lo lleva de Malasia a Japón y Corea del Sur— se perfila como el preludio de una negociación decisiva con el presidente chino Xi Jinping, de la que podría depender la reconfiguración del comercio mundial.
El ambiente, paradójicamente, es más optimista que en giras anteriores. Tras un año de tensiones comerciales, Washington y Pekín insinúan un “principio de entendimiento”. El solo rumor bastó para que el índice Nikkei japonés superara los 50 000 puntos por primera vez en la historia, lo que confirma que los mercados asiáticos son tan sensibles a las promesas de paz como a los tuits de guerra.
Entre cumbres y contratos
La gira comenzó en Kuala Lumpur, donde Trump combinó diplomacia multilateral y espíritu de empresario nómada. En el marco de la cumbre de la ASEAN, presentó con teatralidad uno de esos momentos que le fascinan —las “victorias firmadas en directo”—: logró un acuerdo de cese al fuego entre Tailandia y Camboya tras décadas de escaramuzas fronterizas. Aprovechó también para cerrar un pacto comercial con Camboya y otro con Tailandia sobre el suministro de minerales raros, un sector estratégico dominado por China.
“Un paso enorme”, se felicitó el mandatario, como si cada apretón de manos fuese un capítulo más de su reality geopolítico. Sin embargo, detrás del espectáculo hay cálculo: asegurarse fuentes alternativas de materiales clave refuerza la posición de Washington justo antes del cara a cara con Xi Jinping.
La escala malasia ofreció además una trama secundaria con sabor simbólico. Fue la primera visita oficial de Trump al país, recibido por el primer ministro Anwar Ibrahim con todos los honores. Ambos rubricaron un acuerdo que garantiza el acceso estadounidense a las exportaciones de minerales raros de Malasia, algo así como blindar la despensa tecnológica frente a las veleidades de Pekín. A cambio, Washington aceptó reducir los aranceles a productos malayos al 19 %. Negocio redondo… o casi.
Japón: protocolo imperial y guiños políticos
De Kuala Lumpur a Tokio, el tono cambia. Antes de reunirse con la nueva primera ministra japonesa, Sanae Takaichi —una nacionalista conservadora con discursos intensos—, Trump tiene cita con el Emperador. En un país donde los gestos pesan más que las palabras, los asesores del presidente han repasado la etiqueta al milímetro.
Takaichi, por su parte, ya se adelantó por teléfono a dejar claro que “fortalecer la alianza entre Japón y Estados Unidos es la prioridad máxima”. Washington ve en Tokio un socio crucial para contrarrestar la influencia china y, sobre todo, para mantener a flote la narrativa de un Indo-Pacífico “libre y abierto”.
Corea del Sur: el capítulo final
El plato fuerte llegará en Busan, sede del próximo Foro APEC. Allí coincidirán Trump y Xi Jinping, en lo que promete ser una de las reuniones más tensas —y observadas— de los últimos años. El conflicto por los aranceles y la competencia por los minerales raros ha alcanzado un punto en que ambas potencias necesitan declarar un armisticio comercial, aunque sea temporal.
Trump, fiel a su estilo, se muestra confiado: “Creo que lograremos un acuerdo”, dijo ante los periodistas. En Seúl, su equipo incluso deja abierta otra puerta: un posible encuentro con Kim Jong Un. El ministro de Unificación surcoreano lo calificó de “una oportunidad real”. Sería la primera vez que ambos líderes se ven desde la célebre caminata de 2019 en la zona desmilitarizada.
Lo que está en juego
Tras los acuerdos relámpago y las fotos sonrientes, la gira asiática de Trump persigue un objetivo de fondo: recuperar el liderazgo económico de Estados Unidos en el Pacífico sin recurrir a la guerra de tarifas que él mismo desató. Es, de alguna manera, el intento del viejo artífice del caos por demostrar que también puede construir consensos… aunque sea en su propio estilo.
En política exterior, como en la televisión, Trump sabe que no basta con tener razón: hay que dejar una buena imagen para la próxima temporada. Y en Asia, donde la diplomacia es un arte milenario, su desafío será convencer de que, bajo la bravuconería, todavía hay estrategia.
Mohamed BAHIA
27/10/2025









