En un gesto diplomático calculado y altamente simbólico, Francia ha vuelto a dejar claro que su posicionamiento respecto al Sáhara no admite interpretaciones: el futuro del territorio solo puede entenderse en el marco de la soberanía marroquí.
El anuncio se produjo tras una reunión en París entre el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean Noël Barrot, y su homólogo marroquí, Nasser Bourita, encuentro celebrado al margen de la Cuarta Conferencia sobre Diplomacia Feminista. La cita, aparentemente centrada en temas de igualdad y liderazgo, se convirtió en escenario para que la diplomacia francesa reiterara una de sus líneas más sensibles y estratégicas en el norte de África.
Desde el Quai d’Orsay, la diplomacia gala subrayó que el plan de autonomía propuesto por Marruecos en 2007 continúa siendo, a ojos de París, la vía más seria y realista para alcanzar una salida “justa, duradera y negociada”. El respaldo francés sintoniza con el consenso internacional creciente en torno a esa propuesta, que busca compatibilizar la estabilidad regional con el respeto a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
El gesto francés no es menor. Se produce en un momento de reposicionamiento geopolítico en el Magreb, donde la rivalidad entre Argelia y Marruecos ha adquirido nueva intensidad, y donde las potencias europeas calibran cuidadosamente sus alianzas energéticas y de seguridad. En ese tablero, París refuerza la señal de que considera a Rabat un socio esencial, tanto por su papel en la seguridad del Sahel como por su influencia en la política migratoria y antiterrorista de la región.
Con la nueva confirmación, Francia parece cerrar filas en torno a una visión que ya no se limita a la retórica diplomática. Es una reafirmación política con trasfondo estratégico: un mensaje a Rabat de continuidad y a los socios europeos de que, en el tema del Sáhara, la línea de París no se mueve ni un centímetro.
22/10/2025