París, la ciudad que ha dictado tendencias y forjado estéticas durante siglos, se convierte una vez más en el crisol donde las culturas del mundo convergen para dialogar y redefinirse. Durante la reciente Paris Design Week, el Instituto del Mundo Árabe (IMA) no solo sirvió de anfitrión, sino de faro para una efervescente ola de creatividad que, a menudo, queda eclipsada por las narrativas occidentales dominantes. Y en el epicentro de esta revelación, el diseño marroquí ha trazado una presencia ineludible.
El Premio del Diseño del IMA, una iniciativa nacida en 2003, no es un mero concurso; es una declaración de intenciones. Su misión, clara y ambiciosa, es apoyar la creación contemporánea y hacer brillar la vasta y diversa riqueza de las culturas árabes. Busca a aquellos talentos, ya sean emergentes o consagrados, que con audacia y una exigencia impecable, reimaginan el «arte de vivir» árabe. Lo hacen a través de objetos, formas y materiales que, aunque profundamente anclados en su herencia, se lanzan hacia las realidades más contemporáneas, entrelazando artesanía, investigación, innovación y un profundo compromiso social.
El eco marroquí: Más allá del podio, una declaración de fuerza
Si bien los laureados de esta tercera edición del Premio del Diseño del IMA provienen de diversas geografías del mundo árabe —desde Bahréin y Kuwait hasta Líbano y Palestina—, la robusta presencia de diseñadores marroquíes entre los finalistas es, en sí misma, una victoria contundente. Sus proyectos, expuestos con orgullo en la prestigiosa Paris Design Week, no solo exhiben una calidad excepcional, sino que articulan una visión singular del patrimonio y la innovación.
En la categoría de «Artesanía Contemporánea», que celebra la reinvención de tradiciones para abordar retos actuales como la sostenibilidad, la personalización y la valorización del legado local, Marruecos brilló con luz propia.
Ateliers Zelij, un colectivo nacido del encuentro entre el artista Samir Mazer y la arquitecta de interiores Delphine Laporte, presentó «Froisser les murs» (Arrugar los muros). Esta propuesta subvierte la percepción tradicional del icónico zellige marroquí. Lejos de la perfección geométrica esperada, lo que emerge es una experiencia sensorial, donde cada pliegue no es un defecto, sino un fragmento de narrativa, transformando el revestimiento artesanal en una superficie escultórica que dialoga con la arquitectura contemporánea. Es una exploración fascinante de la fusión entre diseño, innovación y el ancestral arte manual. Mazer, el cerebro creativo del dúo, «rompe códigos» para crear un nuevo lenguaje, jugando con formas, texturas y matices, en un gesto que es, a la vez, subversivo y profundamente arraigado.
A su lado, Izri Design, fundado por el diseñador, tipógrafo y docente marroquí Brahim Boucheikha, sedujo con su colección «Tissura» (2024). Boucheikha, que lleva más de una década explorando las escrituras multiescriturales (latín, árabe, tifinagh) y el diseño intercultural, demostró el potencial gráfico de la escritura en objetos cotidianos, como los platos. «Tissura», una palabra amazigh que significa «superposición», encapsula la esencia de su trabajo: capas de significado y forma que convergen en una pieza funcional y artística.
Y en esta misma categoría, la impronta de Yassine Touati, diseñador y artista multidisciplinario marroquí-canadiense, se hizo sentir. Especializado en accesorios de cuero y joyería, Touati teje su profundo legado andalusí con las ricas tradiciones artesanales de Fez, donde se inició durante numerosas estancias. Su obra es un cruce de caminos entre la moda, la historia, los idiomas y la gastronomía, un reflejo de una identidad rica y plural.
Finalmente, en la categoría del «Gran Premio», destinada a arquitectos o diseñadores con más de una década de práctica profesional, destacó el diseñador franco-marroquí Moulay Hafid Sdikiene, fundador de Aulyom Studio en París. Su proyecto «ÆRA NOMADICA» (2024) ofrece una reflexión poética y profunda sobre el nomadismo. Para Sdikiene, el nomadismo no es solo movimiento, sino una instalación, donde las piezas están ancladas como si siempre hubieran estado allí, pero listas para ser desplazadas, reactivadas en otro lugar. Concebidas como arquitecturas reducidas, talladas en la masa, imponen una presencia silenciosa y tensa, ancladas en el ensamblaje, definidas por la función y habitadas por una contenida carga espiritual. Una obra que demuestra un diálogo riguroso con artesanos de excepción, forjada en Francia pero con un alma indiscutiblemente anclada en la filosofía del movimiento y la permanencia.
Marruecos en la conversación global
La exposición en el IMA durante la Paris Design Week no es solo una vitrina para estos talentos; es un testimonio de la vibrante ebullición creativa de Marruecos. Los diseñadores marroquíes están demostrando que el patrimonio no es una carga estática, sino una fuente inagotable de inspiración para la innovación. Están redefiniendo lo que significa ser un diseñador árabe en el siglo XXI: alguien que mira al pasado para inventar el futuro, que fusiona lo local con lo global, y que, en el proceso, enriquece el discurso mundial sobre el diseño y la identidad cultural.
La ausencia de un galardón principal es un detalle menor frente a la contundencia de su presencia. Marruecos ha desplegado su alma creativa en el corazón de París, enviando un mensaje claro: la artesanía del mañana, forjada con la sabiduría de siglos, tiene un nombre y una voz propia que resuenan con fuerza en el escenario global. Es un diseño que no solo embellece, sino que cuenta historias, desafía percepciones y, sobre todo, conecta el alma de una nación con el pulso del mundo.
08/09/2025