Diversos indicios apuntan a que las campañas hostiles contra Marruecos, impulsadas desde ciertos círculos españoles, no son espontáneas ni aisladas, sino acciones coordinadas, planificadas y sostenidas en el tiempo desde que el Reino recuperó sus territorios del Sáhara. Estas redes, que incluyen organizaciones y actores políticos, culturales y mediáticos, actúan en estrecha sintonía con Argelia y grupos separatistas.
A diferencia de Argelia, que exhibe abiertamente su hostilidad hacia Marruecos, la posición oficial del Estado español mantiene un tono diplomático. Sin embargo, amplios sectores políticos, asociaciones civiles, entidades culturales y medios de comunicación participan activamente en una campaña contra el Reino. Este entramado funciona con un patrón de relevos: cuando Marruecos logra neutralizar a sus adversarios directos —Argelia y sus aliados—, surgen refuerzos desde España en forma de activistas, ONGs y periodistas.
El episodio más reciente involucra a actores y activistas españoles que firmaron un manifiesto contra el cineasta británico-estadounidense Christopher Nolan, por rodar en Dajla su nueva producción “La Odisea”. Según el texto, Nolan debía solicitar permiso no a las autoridades marroquíes, sino al denominado “pueblo saharaui”. El comunicado se enmarcó en el llamado “Festival de Cine del Sáhara Occidental”, financiado y organizado en España, y utilizó un lenguaje abiertamente hostil hacia Marruecos, acusando al país de represión y abusos contra civiles.
La ofensiva mediática se amplificó con un comunicado de la delegación española de Reporteros Sin Fronteras, que calificó las provincias del sur marroquí como un “desierto informativo” y acusó al Reino de reprimir, detener y torturar a periodistas. Entre los nombres citados como “presos” figura un condenado por el caso Gdeim Izik de 2010, en el que murieron agentes de seguridad. El comunicado también denunció la expulsión de periodistas y activistas extranjeros, criticando que Marruecos haya transformado Dajla en un destino turístico internacional con infraestructura moderna.
Con esto, se puede ver reflejado que tanto el manifiesto de actores como el informe de Reporteros Sin Fronteras revelan un sentimiento de “odio sin fronteras” hacia Marruecos, que trasciende el periodismo y se convierte en un instrumento político al servicio de agendas hostiles. Este fenómeno ignora deliberadamente la versión marroquí sobre el Sáhara, manteniendo un discurso único alineado con los adversarios del Reino.
Finalmente, esta campaña se inscribe en una lógica colonial que busca desacreditar los avances logrados por Marruecos en menos de medio siglo, tras décadas de abandono durante la ocupación española. Hoy, las ciudades del sur, especialmente Dajla, se han convertido en polos de desarrollo y turismo, lo que, según el análisis, alimenta el resentimiento de quienes no aceptan esa transformación.
Artículo de opinión escrito por Younès Mjahed
14/08/2025









