El tiempo pasa y Gaza se alcanza niveles catastróficos de crisis humanitaria frente a los ojos del mundo entero. Las restricciones impuestas por Israel sobre la entrada de ayuda y el movimiento de personas están provocando un aumento alarmante en la hambruna y la mortalidad civil. Según el Ministerio de Salud de Gaza, al menos 33 personas, incluidos 12 niños, han muerto por malnutrición en las últimas 48 horas, revelando el colapso del sistema sanitario y alimentario que se vive en la zona y la ausencia de soluciones efectivas a corto plazo ante el continuo cerco israelí.
Pero estas no son sólo datos de instituciones gazatíes, el secretario general de la ONU ha advertido que los “últimos salvavidas” de Gaza están colapsando. La ONU y otras organizaciones humanitarias señalan que la ofensiva israelí ha comprometido de forma crítica las operaciones de distribución de alimentos y atención médica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que sus instalaciones han sido atacadas y que su trabajo en el centro de Gaza ha quedado paralizado. Mientras tanto, el gobierno de Israel sostiene que sus tropas fueron atacadas y que mantienen contacto con organizaciones en el terreno, sin aclarar por qué los suministros siguen siendo limitados.
A esto se suma que desde mayo, más de 1.000 personas han sido asesinadas en Gaza mientras intentaban acceder a ayuda alimentaria, según cifras del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (OHCHR). De estos, 766 murieron cerca de los puntos de distribución de la controvertida Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), respaldada por EE.UU. e Israel, a la vez que otros 288 perecieron cerca de convoyes de la ONU y otras organizaciones. A pesar de esos datos, Israel y EE.UU. defienden ese sistema como un mecanismo para evitar que Hamás se apropie de la ayuda, lo que la ONU lo ha calificado de “poco ético” y se niega a cooperar con él.
Entre tanto, las imágenes que salen y la información que se publica desde Gaza, deja entrever la desesperación en las calles de Gaza y sus habitantes, por la falta de alimento y medicamentos. Los llamamientos internacionales a un alto el fuego o a un acceso humanitario sin restricciones siguen sin producir resultados concretos. Los pocos avances, han provocado que los pocos hospitales activos en Gaza hayan comenzado a cerrar por falta de combustible, según el Ministerio de Salud local. Seis centros médicos ya han suspendido sus servicios, y se advierte que en menos de 48 horas podría cesar completamente la atención hospitalaria, lo que dejaría a miles de heridos y enfermos sin acceso a cuidados básicos. Ante esto, la OMS ha intentado suministrar combustible, pero Israel habría bloqueado esta entrega, según denuncias oficiales.
Pese a las protestas de 28 países que condenaron el “horror” de la situación y la presión de figuras como el secretario de Exteriores británico, David Lammy, quien calificó las escenas como “grotescas”, la capacidad de decisión sigue estando unilateralmente en manos de Israel. Es este Estado quien determina qué camiones pueden entrar, qué medicinas cruzan, y quiénes pueden salir de Gaza en busca de tratamiento.
En un contexto en el que el 63% del consumo energético de Gaza proviene de fuentes controladas externamente, de acuerdo con cifras del Banco Mundial de 2023, y donde más del 70% de la población depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir, el bloqueo israelí constituye una estrategia sistemática de desposesión y cada día que pasa sin una acción efectiva y multilateral, Gaza se hunde más en el hambre y la muerte, con el mundo como testigo silencioso.
22/07/2025