En una de las noches más tensas que ha vivido Oriente Medio en años recientes, Israel e Irán han cruzado un umbral peligroso con una serie de ataques directos y letales que marcan una nueva fase del conflicto regional.
Tras el bombardeo israelí del viernes sobre instalaciones nucleares y objetivos militares clave en Irán, que dejó al menos 78 muertos, incluidos altos mandos de la Guardia Revolucionaria, Teherán respondió con una andanada de misiles que impactaron varias zonas del territorio israelí, incluidas Tel Aviv y Jerusalén, provocando la muerte de al menos tres personas y decenas de heridos. La confrontación ha desatado alarmas internacionales ante lo que muchos temen podría ser el inicio de una guerra de mayor escala.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, supervisó la ofensiva desde un búnker, según fuentes oficiales, y anunció que los ataques contra Irán “continuarán durante varios días”. Por su parte, el comandante de la Fuerza Aérea israelí, general Tomer Bar, confirmó que se han atacado depósitos estratégicos de misiles y defensa aérea dentro del territorio iraní, alcanzando incluso objetivos a más de 1.500 kilómetros de distancia. Mientras tanto, Irán prometió “una respuesta aplastante” y ya ha ejecutado múltiples oleadas de represalia, apuntando a centros militares israelíes y causando daños graves en zonas residenciales.
En medio de este nuevo estallido de violencia, el caos se ha extendido más allá de las fronteras directas del conflicto. Jordania, país limítrofe con Israel, reportó dos civiles heridos tras la caída de un objeto explosivo en Irbid, y aseguró que derribó varios misiles y drones que violaron su espacio aéreo. El gobierno jordano ha declarado que no permitirá ninguna incursión en su territorio y que defenderá su soberanía con firmeza. Esta situación ha elevado considerablemente la tensión en la región, que ya vivía bajo alta presión debido al conflicto en Gaza y el riesgo de implicación de otros actores como Yemen.
En el plano diplomático, el gobierno iraní ha dejado en suspenso su participación en la sexta ronda de negociaciones nucleares con Estados Unidos, prevista para este domingo en Mascate. Según declaró el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Esmail Baghaei, “no es posible negociar mientras se permite a un régimen racista violar nuestra integridad territorial”. Esta postura responde al respaldo declarado por el expresidente estadounidense Donald Trump a Israel, quien advirtió que Irán “haría bien en aceptar un acuerdo nuclear antes de que no quede nada”. Aunque la Casa Blanca insiste en que Washington no ha tomado parte activa en los ataques, el apoyo verbal ha deteriorado la ya frágil confianza entre ambas potencias.
La comunidad internacional, incluyendo varios líderes europeos y organismos multilaterales, ha expresado profunda preocupación por la escalada. Analistas consideran que los ataques de Israel podrían constituir una violación del derecho internacional al atentar contra instalaciones en territorio soberano iraní. A su vez, Irán también ha sido criticado por sus ataques de represalia indiscriminados sobre centros urbanos israelíes, lo que ha reavivado el debate sobre la proporcionalidad en los conflictos armados.
Las consecuencias humanitarias no se han hecho esperar. En zonas como Rishon Lezion, al sur de Tel Aviv, equipos de rescate han trabajado durante horas entre los escombros para salvar a personas atrapadas tras los misiles iraníes. La agencia de emergencias Magen David Adom reportó “una destrucción extensa en varios edificios” y confirmó que muchas víctimas sufrieron heridas graves o estaban imposibilitadas de moverse por sí solas. En Irán, las autoridades denunciaron la muerte de numerosos civiles en Teherán y otras localidades, mientras se intensifican las tareas de rescate en medio del caos.
Esta nueva escalada entre Israel e Irán ha transformado un conflicto latente en una crisis activa de alcance regional, con potencial de internacionalización. El riesgo de que países como Jordania o Yemen se vean arrastrados al conflicto en caso de nuevos daños colaterales es cada vez más real. Con las negociaciones nucleares en vilo, una región sumida en múltiples tragedias como la de Gaza y un creciente sentimiento de inseguridad colectiva, Oriente Medio parece asomarse una vez más al abismo de una guerra abierta, y a seguir en el ciclo de una historia de conflicto permanente.
14/06/2025
María Angélica Carvajal









