Perú llevó al IX Festival de Cine en Español una historia que, aunque situada en los Andes del siglo XVII, resuena como un eco compartido en toda América Latina y más allá. La proyección de la película «El bien esquivo» expuso en Rabat la época del virreinato peruano como una época de incertidumbre identitaria.
Pedro Díaz, Encargado de Negocios de la Embajada del Perú en Marruecos, explicó a Marruecom, que la elección no fue casual y se escogió esa película «porque nos transporta a un tiempo distinto, nos transporta a un momento de la historia no sólo del Perú sino de toda América y esperamos seguir dando al público de Marruecos parte de la cultura peruana para que nos conozcamos mejor como países».
La película de Augusto Tamayo San Román, estrenada en 2001 y proyectada ahora con nuevos ojos en Rabat, fue la última contribución latinoamericana al ciclo de cine hispano y Perú eligió cerrar su participación con un gesto cargado de contenido: un filme que no se limita al pasado, sino que interroga el presente desde sus raíces coloniales.
La cinta coloca al espectador frente al dilema del mestizaje, esa condición de estar entre dos sociedades sin pertenecer plenamente a ninguna. Los personajes, atrapados entre la nostalgia de una herencia española idealizada y la persistencia de una memoria indígena marginal, encarnan una tensión que fue y sigue siendo latinoamericana: la búsqueda de una identidad legítima.
Según explicó Tamayo al diario La República en 1999, el mestizo de su película no se presenta como simple testigo pasivo de su tiempo, y aunque ya los protagonistas estaban definidos, “terminaron por convertirse en modelos, siguiendo los pasos del Inca Garcilaso y Sor Juana Inés de la Cruz», dos figuras históricas. «Sor Juana como el arquetipo de la religiosa poeta en América Hispana, y el del mestizo que busca su identidad es Garcilaso.” Esos arquetipos, convertidos en espejos, reflejan el drama de miles: aquellos que, en un continente aún naciente, no sabían si mirar hacia adelante o hacia atrás.
La ambientación de la película, “con escenarios naturales y monumentos históricos que fueron recreados especialmente para la producción,” como recordó el Díaz, sumergió al público marroquí en una geografía lejana pero bajo la reflexión común de la importancia de la identidad propia. Por lo que «El bien esquivo» llega a presentar una propuesta de reconocimiento mutuo donde la historia se transformó en diálogo y valorización del ser propio.
En un festival que reunió acentos, paisajes y voces de toda la hispanidad, Perú apostó por un mensaje complejo, sin triunfalismos, que invitó al espectador a preguntarse quiénes somos después de la historia, ya que el cine entre además de entretener, educa, conmueve e ilumina.
23/05/2025
María Angélica Carvajal









