La firma de un acuerdo bilateral entre Estados Unidos y Ucrania para la creación de un «fondo de inversión en la reconstrucción» ha generado una ola de reacciones, desde la satisfacción oficial hasta el recelo por las implicaciones a largo plazo. El acuerdo, anunciado el 30 de abril de 2025 tras arduas negociaciones, busca canalizar inversiones, principalmente en la explotación de recursos naturales ucranianos, para la reconstrucción del país tras tres años de conflicto con Rusia.
Si bien ambos gobiernos celebran el acuerdo como «histórico» y «equitativo», la opacidad en torno a sus detalles y las presiones ejercidas por la administración Trump levantan interrogantes sobre las verdaderas intenciones detrás del pacto. El presidente estadounidense, en declaraciones previas a la firma, reafirmó su interés en las tierras raras ucranianas como contrapartida a la ayuda financiera y militar proporcionada desde el inicio de la invasión rusa en 2022. «Hemos dicho: las tierras raras. Ellos tienen muy buenas tierras raras», declaró Trump, dejando entrever un interés que va más allá de la simple reconstrucción.
La insistencia estadounidense en el acceso a estos recursos estratégicos ha sido un punto de fricción durante las negociaciones. Versiones previas del acuerdo, rechazadas por Kiev, eran consideradas desfavorables para los intereses ucranianos, generando tensiones incluso entre el presidente Zelensky y su homólogo estadounidense. El acuerdo finalmente firmado, según la ministra de Economía ucraniana, Ioulia Svyrydenko, garantiza la «propiedad y control total» de Ucrania sobre sus recursos, incluyendo el subsuelo, y otorga al Estado ucraniano la potestad de decidir «dónde y qué extraer». Sin embargo, la falta de transparencia en los detalles del acuerdo alimenta la incertidumbre sobre las concesiones realizadas por Kiev.
El primer ministro ucraniano, Denys Chmygal, se ha esforzado en presentar el acuerdo como un pacto «justo» que no reconoce la ayuda estadounidense previa como una deuda. Sin embargo, la coincidencia entre la firma del acuerdo y las declaraciones de Trump sobre las tierras raras dificulta disipar las sospechas sobre un posible intercambio de recursos por apoyo financiero.
Este acuerdo, que aún debe ser ratificado por el Parlamento ucraniano, llega en un momento crucial del conflicto. Mientras Rusia reivindica avances en el frente oriental, Ucrania busca afianzar alianzas estratégicas para su reconstrucción. Sin embargo, la opacidad del acuerdo con Estados Unidos y el interés explícito de Trump en las tierras raras proyectan una larga sombra sobre el futuro de la reconstrucción ucraniana, planteando la posibilidad de que la recuperación del país quede supeditada a los intereses geopolíticos y económicos de las potencias internacionales. La pregunta que queda en el aire es si este acuerdo realmente beneficiará a Ucrania o si, por el contrario, sentará las bases para una nueva forma de dependencia.
01/05/2025









