En un movimiento significativo en la política exterior de Washington hacia el Golfo Pérsico, la Administración del presidente estadounidense Donald Trump se prepara para anunciar un nuevo y ambicioso paquete de ventas militares a Arabia Saudita, valorado en más de 100.000 millones de dólares. Según reveló la agencia Reuters, el anuncio formal podría producirse en mayo, coincidiendo con una visita oficial del mandatario estadounidense al reino saudí.
Este posible acuerdo, uno de los más grandes en materia de defensa entre ambos países en años recientes, plantea interrogantes no solo sobre el papel de Arabia Saudita como socio estratégico de Estados Unidos, sino también sobre la evolución de la competencia global entre Washington y Pekín por la influencia en Medio Oriente.
Una oferta de armas en tiempos de reconfiguración
La propuesta actual se enmarca en un contexto de renovación del vínculo bilateral tras años de fricciones diplomáticas, especialmente durante la administración del pasado líder democrático Joe Biden, cuyo intento de cerrar un pacto de defensa con Riad fracasó. La propuesta del expresidente contemplaba no solo el acceso a armamento avanzado estadounidense, sino también exigencias políticas estratégicas, como limitar las inversiones chinas y cesar la adquisición de armamento proveniente de Pekín. Hasta el momento, se desconoce si la nueva oferta de Trump incluye condiciones similares.
Funcionarios del Pentágono han subrayado a la agencia internacional que la cooperación en materia de seguridad con Arabia Saudita está en una etapa sólida, y han confirmado que la defensa sigue siendo un componente crucial de la relación bilateral. De concretarse el acuerdo, implicaría un fortalecimiento notable de la capacidad militar saudí en una región marcada por rivalidades persistentes y conflictos prolongados.
La industria armamentista estadounidense
El acuerdo contempla la participación de los principales contratistas de defensa de Estados Unidos. Lockheed Martin Corp suministraría aviones de transporte C-130, misiles y sistemas de radar; RTX Corp (anteriormente Raytheon Technologies) también jugaría un papel central en el suministro de tecnologías avanzadas. Empresas como Boeing, Northrop Grumman y General Atomics están igualmente implicadas en el posible paquete.
Aunque se prevén conversaciones sobre la venta de cazas F-35, el avión de combate más avanzado de Estados Unidos, las posibilidades de que Arabia Saudita acceda a esta aeronave siguen siendo bajas. La venta de F-35 ha estado tradicionalmente limitada a aliados estrechos como los países de la OTAN, Japón, Corea del Sur y Australia, debido a consideraciones estratégicas y de seguridad tecnológica.
Además, el 21 de marzo, el Pentágono anunció la aprobación preliminar para la venta a Arabia Saudita de 2.000 unidades del sistema de cohetes guiados de precisión APKWS, un armamento eficaz contra drones y vehículos de bajo coste como los utilizados por los rebeldes hutíes en Yemen. Esta venta, estimada en 100 millones de dólares, refuerza aún más la cooperación táctica entre ambos países.
Antecedentes polémicos
La relación armamentística entre Washington y Riad no está exenta de controversias. En 2017, durante el primer mandato de Trump, se firmaron acuerdos por valor de 110.000 millones de dólares, aunque solo una fracción de ellos se concretó. La presión del Congreso, especialmente tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018, derivó en la aprobación de resoluciones que bloquearon ventas militares a Arabia Saudita y otros países del Golfo.
Luego, bajo el mandato de Joe Biden, el Congreso impuso una prohibición temporal sobre la venta de armas ofensivas a Riad en 2021, como respuesta tanto al asesinato de Khashoggi como a la participación saudí en la guerra de Yemen. Sin embargo, en 2024, dicha restricción fue levantada, en parte debido al papel de Arabia Saudita como actor clave en la estabilización del mercado energético tras la invasión rusa a Ucrania y su participación en la reconstrucción de Gaza.
En este contexto, la inminente visita de Donald Trump al Golfo y la reactivación de un megaproyecto armamentístico con Arabia Saudita confirman que la seguridad y la economía siguen siendo los pilares de la influencia estadounidense en la región. Más allá de los anuncios, este giro representa un reposicionamiento de Washington frente a sus rivales estratégicos, principalmente ante la posible influencia China, en una zona del mundo que sigue siendo epicentro de tensiones globales. Es así como a medida que la Casa Blanca redefine sus alianzas y prioriza la competencia global, el acuerdo con Arabia Saudita no solo fortalecerá las capacidades militares de un socio clave, sino que consolidará el regreso de la diplomacia de poder duro como instrumento central de la política exterior estadounidense.
25/04/2025
María Angélica Carvajal









