En la bruma de las montañas de Cachemira, donde la nieve se funde con el silencio de las tumbas, un ataque terrorista ha vuelto a encender la mecha de un conflicto que lleva décadas latiendo bajo la piel del sur de Asia. Tres hombres armados asaltaron un complejo turístico en la zona bajo control indio del disputado territorio, dejando 26 civiles muertos. La respuesta de Nueva Delhi, previsible en su ferocidad pero impredecible en sus consecuencias, ha sido un catálogo de medidas que oscilan entre la represalia simbólica y la amenaza existencial: expulsión de diplomáticos, cierre de fronteras, órdenes de éxodo para ciudadanos paquistaníes y, sobre todo, la suspensión de un tratado vital: el acuerdo de 1960 para compartir las aguas del río Indo.
No es solo una crisis geopolítica. Es el reflejo de una India transformada, gobernada por un partido, el Bharatiya Janata (BJP), que ha convertido la identidad nacionalista hindú en un proyecto de Estado. Narendra Modi, primer ministro desde 2014, no improvisa su discurso. Su trayectoria —desde los pogromos antimusulmanes en Gujarat en 2002 hasta la revocación en 2019 del estatus especial de Jammu y Cachemira— es un manual de cómo el autoritarismo mayoritario puede convertirse en moneda de cambio electoral. Al evocar en su último discurso la necesidad de «destruir hasta el último rincón que albergue terroristas», Modi no habla solo a Pakistán. También a su base: aquella que celebra la marginación de 200 millones de musulmanes indios bajo la bandera de una «India pura».
Pakistán, por su parte, ha respondido con una coreografía de resistencia previsible pero no menos peligrosa: cierre de espacio aéreo, expulsión de diplomáticos, suspensión de comercio bilateral. La retórica de su ministro de Defensa, Khawaja Asif —«estamos listos para proteger nuestra tierra»— no es solo un guion de la vieja rivalidad. Es un eco del trauma de 1971, cuando la pérdida de Bangladesh llevó a Zulfikar Ali Bhutto a jurar que Pakistán desarrollaría armas nucleares «aunque hubiera que comer hierba». Hoy, ambos países tienen arsenales capaces de borrar ciudades.
Lo inquietante no es la posibilidad de una guerra convencional —ambas naciones han bailado en ese abismo antes—, sino la normalización de un lenguaje que trivializa el umbral nuclear. Como recordó The Times of India, informes de inteligencia estadounidenses han advertido durante años que un cálculo erróneo podría llevar a India a atacar instalaciones nucleares paquistanís, desencadenando una escalada apocalíptica. La analogía no es casual: al igual que Israel ha usado su narrativa de «seguridad existencial» para justificar la ocupación de Palestina, el BJP instrumentaliza el miedo al terrorismo para consolidar un régimen de exclusión interna y agresión externa.
Pero hay una paradoja en este teatro de la violencia: ni India ni Pakistán pueden permitirse una guerra abierta. La primera, ambicionando ser potencia global, necesita estabilidad; la segunda, sumida en crisis económica y política, carece de recursos para sostener un conflicto prolongado. Sin embargo, la lógica de la «respuesta irracional» —esa que prioriza el orgullo sobre la prudencia— tiene una inercia propia.
El verdadero terrorismo aquí no es solo el de los grupos armados que se esconden en las montañas. Es el de Estados que, en nombre de la seguridad, siembran divisiones que tardarán generaciones en sanar. La suspensión del tratado del Indo, por ejemplo, no es una medida técnica: es un acto de guerra hídrica que afectará a millones de agricultores en Pakistán, alimentando ciclos de hambre y resentimiento.
Al final, la pregunta no es si habrá una nueva guerra entre India y Pakistán. Es si el mundo está dispuesto a ver pasivamente cómo dos potencias nucleares convierten su trauma histórico en una profecía autocumplida. Como escribió el poeta Faiz Ahmed Faiz, paquistaní y voz de los sin voz: «Estas heridas no son nuevas, ni lo es este dolor. Lo nuevo es que nuestras celdas se han vuelto más oscuras». La oscuridad, hoy, tiene forma de bombas y discursos de odio.
Mohamed BAHIA
25/04/2025









