París y Argel viven una escalada diplomática sin precedentes desde la última gran crisis bilateral. Francia ha anunciado la expulsión de doce funcionarios argelinos acreditados en su territorio, todos pertenecientes a su red consular y diplomática. La medida llega en respuesta directa a la decisión de Argelia, adoptada el lunes anterior, de declarar como persona no grata a doce funcionarios franceses destacados en su embajada en Argel. La reacción francesa incluye, además, el llamado a consultas de su embajador en Argel, Stéphane Romatet, por decisión del presidente Emmanuel Macron.
El Elíseo ha reaccionado con un comunicado contundente, expresando su «consternación» ante lo que considera una «degradación brutal» de las relaciones bilaterales. En él, el gobierno francés acusa a Argel de romper de manera unilateral el principio de cooperación diplomática y de asumir la responsabilidad de este deterioro. Macron, además, ha hecho un llamado público a las autoridades argelinas a recuperar la sensatez y continuar el diálogo iniciado el pasado 31 de marzo, cuando ambos mandatarios acordaron relanzar las relaciones diplomáticas tras meses de fricciones.
El trasfondo de esta crisis reciente se encuentra en la detención e imputación en Francia de un agente consular argelino, implicado en un caso de secuestro de un opositor al régimen argelino. La reacción argelina ha sido rápida y dura, interpretando la acción judicial como un acto hostil que vulnera la soberanía diplomática. Francia, por su parte, ha respondido señalando que la detención fue legítima y basada en su propio marco judicial, y que la expulsión de sus funcionarios constituye una represalia injustificada.
Esta tormenta diplomática se suma a una relación histórica marcada por altibajos y tensiones persistentes desde la independencia de Argelia en 1962. La chispa más reciente surgió en julio de 2024, cuando Emmanuel Macron expresó abiertamente su apoyo a la posición marroquí sobre el Sáhara, una región cuya autodeterminación Argelia defiende férreamente a través del Frente Polisario. Como consecuencia, Argel retiró a su embajador en París, profundizando una desconfianza que no ha dejado de crecer.
A esta cadena de desencuentros se suman otros agravios: la negativa argelina a readmitir ciudadanos expulsados por Francia por razones de seguridad, la condena a prisión del escritor Boualem Sansal, con doble nacionalidad y enfermo de cáncer, y la reciente imputación de ciudadanos argelinos vinculados al secuestro de un disidente. Todos estos elementos han envenenado el diálogo, haciendo que los intentos de deshielo emprendidos en marzo parezcan hoy una ilusión lejana.
El impacto de la crisis no se limita al ámbito político, pues, la principal organización patronal de Argelia (CREA) anunció la cancelación de su visita prevista a Francia, así como de una reunión clave con la patronal gala MEDEF. A pesar de todo, desde París se insiste en que “el interés de Francia y de Argelia está en la reanudación del diálogo”. Por ahora, sin embargo, lo que prevalece es el cruce de reproches y el silencio frío de las embajadas.
15/04/2025









