En medio de una de las peores crisis humanitarias de los últimos años, las negociaciones entre Israel y Hamás vuelven a naufragar, dejando a Gaza atrapada entre el fuego cruzado y el colapso total. El reciente rechazo por parte de Hamás a una propuesta israelí de alto el fuego de seis semanas, basada en el desarme de la organización sin compromisos claros de fin de hostilidades ni retirada de tropas, refleja el abismo entre las partes.
La demanda israelí de desarme, inédita hasta ahora en propuestas formales, supone una línea roja para Hamás, que sigue exigiendo el fin completo de la guerra como condición para liberar a los rehenes, de quienes se estima aún hay 59 personas y sólo 24 vivas. Mientras tanto, la presión militar israelí se intensifica con bombardeos constantes y operaciones terrestres en Gaza, acompañadas de un bloqueo de suministros que la ONU califica como potencialmente contrario al derecho internacional.
La situación humanitaria en la Franja ha alcanzado un nivel crítico. El último ataque aéreo israelí contra un hospital de campaña en Khan Younis, con saldo trágico de muertos y heridos, refleja el grado de vulnerabilidad del ya devastado sistema sanitario gazatí. La ONU y sus agencias alertan de una inminente catástrofe, con hospitales fuera de servicio, falta de alimentos y combustible, y civiles atrapados sin salida. La violencia, lejos de cesar, se intensifica incluso en los espacios humanitarios, entre tanto las negociaciones se ven ralentizadas por posturas irreconciliables. Aunque algunos medios locales israelíes han previsto, según informaciones de funcionarios de seguridad israelí, que podría haber un acuerdo en las próximas dos o tres semanas, y que se negocia la liberación de 19 rehenes con vida, los hechos hasta ahora distan de llegar a ese punto de acuerdo.
El nuevo componente de las exigencias israelíes —el desarme total de Hamas— introduce un punto de inflexión que, en lugar de acercar a las partes, parece consolidar sus distancias. A pesar de las gestiones mediadoras de Egipto y la aparente coordinación entre Israel y Estados Unidos, el margen para un alto el fuego significativo parece estrecharse.
Las cifras son demoledoras: más de 51.000 muertos en 18 meses de guerra, con más de 1600 personas muertas desde la ruptura del cese al fuego el 18 de marzo anterior, según el Ministerio de Sanidad de Gaza, y una población exhausta entre los escombros. La estrategia israelí de «negociación bajo fuego» y la falta de garantías para una paz duradera siembran dudas sobre el futuro de las conversaciones. La comunidad internacional observa con preocupación creciente cómo se diluye cualquier posibilidad de solución inmediata, mientras Gaza se hunde en una espiral de destrucción, hambre y muerte.
15/04/2025
María Angélica Carvajal









