
En menos de un año el Ejército de Francia ha sido expulsado de Burkina Faso y Malí, dos países clave en la estrategia antiterrorista del país europeo en África Occidental. Un cambio histórico en el Sahel, una extensa zona de 6.000 kilómetros que vive azotada por el cambio climático y el terrorismo yihadista. El repliegue galo, sin embargo, tiene una explicación: el resurgimiento de un sentimiento anticolonial.
En los últimos años, un sentimiento de rechazo hacia Francia se ha ido exacerbando en los países del Sahel, a medida que empeora la inseguridad, generando puntos de inflexión como la ruptura de Malí con Francia o la decisión de Burkina Faso de revocar sus acuerdos militares con la vieja exmetrópoli. Las protestas no han dejado de sucederse con, por ejemplo, manifestaciones con pancartas donde puede leerse «Francia, lárgate”, pero en las que también se mira hacia Rusia, levantando carteles como “Viva Rusia”.
Hay un auténtico terremoto de todo el paradigma de defensa y seguridad en la zona con una Francia en retroceso, con sus soldados expulsados de Malí y Burkina Faso, y una Rusia que está en auge. “Hay una Rusia que está cada vez más presente. Sobre todo a partir del conflicto de Ucrania que estalla en 2014 con la ocupación de Crimea y que está haciendo grandes esfuerzos por reposicionarse en todo el continente como un aliado imprescindible”, explica José Naranjo, periodista español experto en África occidental.
La gota de agua que ha colmado el vaso en el Sahel es que Francia ha estado en la zona para luchar contra el terrorismo y, sin embargo, esa amenaza no deja de aumentar. «Francia es una de las mayores potencias militares del mundo, y debería, al menos, detener la expansión de la inseguridad. Pero, a pesar de su presencia, a pesar de los medios desplegados, no hace más que extenderse y degradarse aún más», agrega el periodista Atiana Serge Oulon en declaraciones a la Agencia EFE.
Los golpes militares registrados por partida doble en Malí y Burkina Faso desde 2020 y la llegada del grupo de mercenarios rusos Wagner no ha generado un descenso de la violencia ligada a los grupos yihadistas en el Sahel, sino que el número de incidentes y de víctimas se ha duplicado desde entonces. Según los datos publicados por el Africa Center for Strategic Studies (ACSS), el Sahel se ha convertido ya sin ningún género de dudas en el principal teatro de violencia yihadista en África, superando a Somalia.
En Malí, Francia se retiró el año pasado en respuesta a su acercamiento a Rusia. El país, sumido en una crisis de seguridad profunda con grupos yihadistas leales a Al Qaeda y al Estado Islámico actuando en su territorio, acaba de recibir cuatro aviones de combate de Rusia y tres drones de fabricación turca.
En Burkina Faso, la operación militar francesa concluyó oficialmente el 19 de febrero tras la extinción del acuerdo firmado entre ambos países para la lucha contra el yihadismo en el Sahel, en medio de un distanciamiento de la junta de París y un acercamiento a Moscú. El país está gobernado por una junta militar desde un golpe de Estado dado en enero de 2022 contra el entonces presidente Roch Marc Christian Kaboré.
Atiana Serge Oulon, director del periódico burkinés «L’Évenement» y autor del libro de investigación «Comprender los ataques armados en Burkina Faso, declaró a Efe que «hay franceses que viven en Burkina Faso y no hay problemas. Es la política francesa la que plantea un problema para los burkineses y que se ha complicado y exacerbado a raíz de la situación de seguridad».
17-03-2023