
Esta semana ha vuelto a escena en España las especulaciones sobre el proyecto de enlace continental terrestre entre el norte de Marruecos y Andalucía, en un contexto marcado por el regreso de las relaciones bilaterales entre Rabat y Madrid a la normalidad, aunque esta vez con novedad, y es que el proyecto no estará relacionado con el transporte por vehículos únicamente, sino también con el transporte de gas natural entre África y la Unión Europea.
Cadena Cope reveló que es posible que los planos originales de este proyecto se modifiquen de lo que se venía hablando en las últimas décadas, pues el túnel podría convertirse en un gasoducto entre Marruecos y España que permita el trasiego de este material en ambos sentidos, señalando que el asunto está relacionado con la región, por donde pasa el 80% del petróleo y gas natural que se trae desde África y Medio Oriente.
Según la misma fuente, los gobiernos marroquí y español llevan más de 42 años intentando unificar las dos orillas del estrecho, porque la seguridad está relacionada con un área geoestratégica que une la cuenca mediterránea con el océano Atlántico, y como punto divisorio entre Europa y África, por lo que ahora se intenta revivir la idea del túnel que pasa bajo el mar entre ambos países.
España y marruecos crearon un comité mixto formado por 5 miembros marroquíes y 5 españoles para seguir el ritmo de este proyecto, y también se apoyaron en dos oficinas de estudios para encontrar la fórmula idónea para su puesta en marcha, y tras un largo estancamiento como resultado de la dificultad de financiación del proyecto y luego de la crisis diplomática entre los dos países, la idea volvió a cobrar protagonismo desde la reunión del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, con el Rey Mohammed VI en Rabat el pasado mes de abril.
Además de sus funciones en el transporte de mercancías a través de camiones, se espera que el túnel se dedique al cruce de personas por automóviles e incluso trenes, y se espera que el proyecto se extienda a lo largo de 38,7 kilómetros, incluidos 27,9 kilómetros bajo el agua, y actualmente no hay fecha concreta para las obras de construcción, pero las expectativas españolas hablan sobre la posibilidad de llegar a una fecha antes de finales de 2022.
El alto costo representa el principal obstáculo para la realización del proyecto, pero la necesidad del mismo se hace cada vez más evidente a la luz de las actuales condiciones internacionales y regionales. Por un lado, los países de la Unión Europea están tratando de reducir su dependencia de petróleo y gas procedente de Rusia tras su invasión a Ucrania, donde las fuentes energéticas africanas se perfilan como alternativa, y por otro lado España necesita garantizar su seguridad energética a partir de otras fuentes ante la amenaza de Argelia de cortar el suministro de gas por su nueva posición de apoyo a la marroquinidad del Sáhara.
17-06-2022