Rabat y Madrid han puesto fin a su disputa diplomática, gracias a un gesto de apoyo reclamado desde hace mucho tiempo por Marruecos en la delicada cuestión del Sáhara Occidental. Un cambio en la posición española que atestigua un reequilibrio de la balanza de poder entre los dos países.
Cualquier observador de la política exterior marroquí reconocerá un desarrollo sin precedentes en la diplomacia del país en los últimos años. Un nuevo dinamismo resumido en la fórmula de Nasser Bourita, Ministro de Asuntos Exteriores: “El Marruecos de hoy no es el de ayer”.
La crisis con España, que finalizó el pasado 18 de marzo con el reconocimiento por parte de Madrid del plan marroquí de autonomía para el Sáhara, ilustra el nuevo rumbo que el Reino pretende dar a sus relaciones internacionales, en un contexto en el que el Sur refuerza su posición en el mundo y está cambiando lenta pero seguramente las reglas del juego.
De las palabras a los hechos
El paradigma de la Segunda Guerra Mundial de que los países del Norte organizan el orden mundial, y se pide a los países del Sur que lo respeten, ha permanecido anclado durante mucho tiempo en la mente de los líderes de los antiguos estados coloniales. A pesar de la independencia de un gran número de países, el excolonizador siguió ejerciendo allí el control político y económico, estrategia conocida como neocolonialismo o calificada, según la fórmula de Kwame Nkrumah, de “última etapa del imperialismo”.
Un repaso a los episodios de la reciente crisis entre Rabat y Madrid permite comprender hasta qué punto esta relación de fuerza está en vías de ser superada.
Cuando en mayo de 2021, Nasser Bourita afirma que el Marruecos de hoy no es el de mañana, lanza una advertencia directa a España, que acogió, unos días antes, a Brahim Ghali, el líder del Polisario. Marruecos pasa entonces de las palabras a los hechos, llamando a su embajadora en Madrid, reduciendo su cooperación en seguridad y, durante un tiempo, interrumpiendo su vigilancia de las fronteras del norte, provocando así una crisis migratoria en Ceuta.

Madrid reacciona acusando a Rabat de «chantaje» y reclamando el apoyo de la Unión Europea. La Ministra de Defensa española, Margarita Robles, llega a declarar que «la integridad territorial de España no es negociable», que se trata de «una agresión a las fronteras de España y de la Unión Europea» y que Marruecos no puede «jugar a este tipo de juegos» con España.
Una salida agresiva a la que responde Nasser Bourita recordando que «la buena vecindad no es un sistema unidireccional», y que Marruecos «no tiene obligación de proteger las fronteras» de España. El Reino ha demostrado así que es tan capaz como sus socios del Norte de demostrar «realpolitik» y de aprovechar, si es necesario, el equilibrio de poder a su favor.
Una potencia que cuenta
Es que Marruecos actúa cada vez más como un actor racional, eligiendo sus opciones diplomáticas en función de objetivos precisos alineados con su interés nacional, en este caso, el reconocimiento por parte de España del plan marroquí sobre el Sáhara.
De hecho, el Reino es ahora un poder regional que cuenta y se ha vuelto imposible ignorar su rango. En el escenario africano, ha consolidado su posición como «puerta de entrada a África», gracias a una inteligente combinación de inversiones y diplomacia activa.
Económicamente, se ha consolidado como uno de los principales inversores internacionales en África, con una inversión extranjera directa (IED) valorada en unos 4.000 millones de dólares en 2020.
En cuanto a la conectividad con el continente, Marruecos tiene conexiones semanales con más de 40 puertos en África Occidental. La estrategia aérea del Reino ha ampliado sus conexiones con el continente a tarifas competitivas, posicionando a Casablanca como un centro de tránsito para las empresas con destino a África desde Europa y América del Norte.
Corazón financiero
Los tres principales bancos marroquíes, Attijariwafa Bank, Bank of Africa y Banque Centrale Populaire (BCP), tienen miles de sucursales en el continente africano, desde El Cairo hasta Brazzaville y desde Bamako hasta Dar es Salaam. En 2010, Marruecos creó Casablanca Finance City (CFC), un centro financiero regional, que debería convertirse en el corazón financiero de África.
Fuera de África, Marruecos ha adoptado el mismo pragmatismo al normalizar sus relaciones con Israel bajo un acuerdo tripartito que incluye a Estados Unidos. Rabat se ha convertido en miembro activo de varios foros e iniciativas: el foro Marruecos-Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), el Área de Libre Comercio Continental Africana (Zlecaf), el Foro Turquía-África, el Foro India-África y la Franja y la Ruta de China.
Como resultado, el comercio entre Marruecos y ciertos estados del sur ha crecido: en 2021, las exportaciones marroquíes a Brasil batieron un récord de 1.900 millones de dólares, un aumento del 95,5 % en comparación con el año anterior.
Cambios geoestratégicos
A estos ingredientes, añadimos la creciente capacidad de adaptación de Marruecos a los cambios geoestratégicos: el refuerzo de la cooperación Sur-Sur, el proyecto de la Ruta de la Seda de China, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y la mayor implicación rusa en Europa del Este y partes del medio Oriente. Al hacerlo, el Reino ha reducido su dependencia de ciertos estados y se ha dotado de los medios para imponer su punto de vista sobre el tema de su integridad territorial.
23-03-2022