
13-10-2021
por: Soufiane Ben Lazaar
La economía marroquí se enfrenta a grandes desafíos en el período del nuevo Gobierno que deberá implantar sobre el terreno las orientaciones reales sobre el nuevo modelo de desarrollo (NMD), además de cumplir las promesas electorales de los partidos del Ejecutivo y de reactivar una economía marroquí desgastada por la pandemia. Una ecuación delicada pero no imposible.
El Ejecutivo y el Ministerio competente, tendrán que afrontar un reto importante, y encontrar soluciones a corto y medio plazo para reactivar rápidamente la economía post-pandemia, pero también poner en práctica los puntos más esenciales que los marroquíes esperan apasionadamente, a saber, la generalización de la cobertura médica y social, la creación de empleo, y la mejora del nivel de vida de la clase media baja.
En la situación actual, se puede considerar que sería una tarea «muy complicada» para el Gobierno que tendrá que afrontarse a «varias contradicciones». Se tratará de poner en marcha el NMD que, según la mayoría gubernamental, estuvo en el centro de su programa electoral y estará en el centro de su mandato, con medidas para asegurar el crecimiento económico, desarrollar el posicionamiento económico del Reino a nivel internacional, tomar decisiones sectoriales valientes e implementar la digitalización de la economía.
La promesa electoral del partido líder de las últimas elecciones (Agrupación Nacional de los independientes – RNI), de crear 1 millón de puestos de trabajo, y aumentar los sueldos de los profesores entre otras promesas, causarán una gran presión sobre las finanzas públicas, ya que el programa electoral de la RNI es «bastante intensivo en presupuesto» con varias promesas sociales, y el Gobierno tiene que aclarar de dónde van a sacar el dinero en estas condiciones (cosa que aún no se ha hecho), para mantener los equilibrios macroeconómicos, y evitar recurrir a la deuda externa.
La recuperación económica: El gran reto
El coronavirus puso a prueba la economía marroquí, y se espera que el nuevo Gobierno dé un impulso a esta economía (que sea más competitiva). Entonces ¿con qué medios afronta el Ejecutivo este desafío?
Estamos ante un ejercicio complicado de poner en marcha por su carácter de urgencia. El Gobierno tiene 5 años por delante para demostrar su competencia (no hay tiempo para adoptar planes a largo plazo), y esto significaría que sería necesario aumentar el gasto público, y hacer sacrificios fiscales (identificar los gastos y privilegios fiscales en los sistemas tributarios destinados a sectores fundamentales), y esto requerirá más reformas estructurales que no se pueden llevar en un corto plazo, lo que provoca el miedo de que la mejoría de la economía nacional se limite a ser solo compromisos electorales.
Sin embargo, hay que destacar (un poco de optimismo) que los compromisos de la RNI están más orientados a la demanda y formas de estimularla, lo que conduce a hacer “más acciones sociales, recortes de impuestos para la clase media, incentivar el consumo utilizando mecanismos que favorezcan la reducción de precios (subvenciones y ayudas directas), recortar impuestos directos que gravan los productos, disminuir tasas impositivas a las empresas nacionales para fomentar la competitividad de sus productos o servicios, etc…y esto requiere grandes expertos en financiación, porque volveríamos a caer en el problema del financiamiento y los riesgos de desviaciones presupuestarias que causarían estas medidas.
La inversión: Cuestión inminente
Varios economistas consideran que es necesario para sacar al país de la crisis, incentivar a los inversionistas nacionales y extranjeros, y en particular a las pymes, a generar empleo y poner a flote la economía, y esto se traduce en recortes de impuestos a la inversión, “reducir los impuestos sobre el capital y no sobre el trabajo”, “reducir los costes sociales, revisando el coste del trabajo y aligerando el código del trabajo”, sin olvidar las obligaciones del Gobierno de invertir masivamente en las infraestructuras, las energías, y en la mejora de los servicios.
El riesgo que conlleva estimular la recuperación económica, y esto lo conoce mejor cualquier analista económico, tiene como resultado un “déficit presupuestario y aumento de la deuda”, y no creo que el actual Gobierno le haya escapado esta anécdota. Una recuperación “sana” sin “déficit y sin deuda” se hace sacrificando en primer plazo todo lo social y apostando por la oferta según los expertos, lo que nos lleva a pensar que el Gobierno a la hora de ponerse en marcha tendrá que hacer elecciones (elegir una cosa o la otra), y plantear la siguiente pregunta ¿Como Gobierno, somos lógicos en nuestras aspiraciones?