
Marruecos y España siguen sin dar un paso para la resolución de su actual tensión, tras el recibimiento del líder del Polisario, Brahim Ghali, acusado por varios crímenes de lesa humanidad.
El Gobierno español sigue alegando que el recibimiento de Ghali, es por razones 100% humanitarias, sin dar explicaciones sobre su acceso al territorio español con identidad falsa.
El Catedrático de Lingüística General, Mostafa Ammadi, atiende a «Marruecom» en esta entrevista en la que aclara varios puntos relacionados con la actual tensión entre los dos países vecinos.
1-¿Como explicar el paso que dio España en el caso del líder del Polisario, sin tener en cuenta a Marruecos?
La verdad es que la justicia española es la que persigue al llamado líder del polisario, y es el propio estado español con su actual gobierno él que aceptó su entrada a España con un pasaporte diplomático falso. Ni se ha respetado en este caso la justicia española, ni fueron considerados el concepto y la imagen otorgados a un pasaporte diplomático. Tampoco se han respetado los principios de vecindad con el vecino del sur. Por lo tanto, la pregunta que se plantea en la actualidad es, si España, con este gobierno de mezclas raras, busca sacrificar su relación con Marruecos, por un don nadie, llamado Ghali, interpelado por la propia justicia española.
Creo sinceramente que con el vecino marroquí , las relaciones diplomáticas españolas no deben decidirse nunca a la carta. Nuestro pasado común, y el futuro de nuestros dos países nos obligan a determinar con franqueza y claridad, el modo de relación y los principios de cooperación que deben unirnos.
2-¿Cree que Marruecos debería presionar más para que España admita su error o al menos dé explicaciones razonables?
Rectificar es de sabios como bien dice el refrán. Cuando no se respeta a la propia justicia, no caben explicaciones razonables. Es más, la cuestión del Sahara marroquí es tan importante para los marroquíes que no caben errores como estos en nuestra agenda. Errores graves que desgraciadamente sólo favorecen a una colección de militares argelinos, con demostrada incapacidad para resolver los problemas de su propio país, lo cual ha dado el fruto podrido y gangrenado de profundos conflictos sociales en la Argelia actual. Queramos o no, y a pesar de definirse como una república constitucional, la actual Argelia como bien sabe España, sigue siendo el estado dominado por un poder subrepticio de los militares que pone a disposición de un tal llamado Ghali un avión privado y unos documentos diplomáticos falsos.
España sabe también de sobra con quien debería contar en el futuro. Su gobierno actual y el que vendrá tras las próximas elecciones, deben saber también que a pesar de los acuerdos de gas que España tenga firmados con Argelia, el engaño y la propaganda oficial argelina han saturado los medios de información a nivel mundial. Es más, el gobierno de Sánchez sabe que los militares argelinos que actualmente están al frente del país anestesian las relaciones con todos los países, del mismo modo que anestesian también a sus propios ciudadanos y a los saharauis desprotegidos y secuestrados en una república ficticia, con una capital imaginaria que se llama Tinduf. “Alger n’a pas de leçon à donner ” como bien afirmó Albert Camus.
A quien hay que presionar realmente es al estado argelino, y a sus colaboradores, porque la juventud argelina tiene hoy un reto muy difícil y las perspectivas de cambio para ella son inexistentes.
3-¿Bajo su punto de vista como se debería arreglar este tema?
Todas las cuestiones se arreglan cuando las visiones son claras. España debe aclarar su visión de cooperación en el futuro con Marruecos y debe preocuparse también por su imagen exterior. También debe hacer de esta imagen una prioridad en todas sus actuaciones institucionales con Marruecos. La “Marca España” debe ser actualmente una verdadera política de Estado independientemente del gobierno de turno. Eso es así, porque nuestros países comparten visiones y experiencias comunes desde hace siglos. Ello quiere decir, que nos conocemos, bastante bien, y además, tenemos entre manos proyectos de futuro importantes que afectan a ámbitos de nuestra vida social en el Mediterráneo, sea en materia de la economía, seguridad o educación. No hay que poner en peligro todo esto, porque el futuro que estamos trazando como países vecinos es común para la ciudadanía de ambos países. Se trata entonces de un proyecto para los ciudadanos y en pro de los ciudadanos, en ambas orillas del Mediterráneo.
Bajo mi modesta opinión, no hay espejo que mejor refleje la imagen de un país que sus propios ciudadanos. Por todo ello, la correcta y elegante forma de arreglar esta cuestión es mejorar realmente la Marca España en política exterior, pasando por implementar una verdadera cooperación con Marruecos. Una política que esté cimentada por la pluralidad de voces que conforman la verdadera opinión pública española. Ello, es la garantía de que valores democráticos como el respeto y la transparencia en la consideración del vecino, se impulsen de forma neta, sostenible y contundente, y no bajo el simulacro de unas expresiones y unas reuniones bilaterales sin contenido.
4-¿Que conclusiones se deben sacar de esta tensión bilateral actual?
En la actualidad la conclusión que se debe tener presente, por parte de países vecinos como Marruecos y España, es que en el espacio mediterráneo en que nos ha tocado vivir juntos, la realidad y su simulacro, parafraseando al sociólogo francés Jean Baudrillard, tienen límites difusos a pesar del desarrollo de la comunicación digital. Eso es así, ya que las noticias falsas y alarmantes afectan mucho a los ciudadanos pero, sí que se desmienten inmediatamente. En la relación que hoy debe unir Marruecos y España no cabe ya más espacio para alarmas, mentiras y acusaciones, porque los españoles y marroquíes vemos con buenos ojos el marco de una antigua cooperación bilateral que nos unió desde siempre. Hoy este legado histórico se manifiesta claramente, y es él que da la bienvenida y la energía a descendientes de miles de moriscos y a cientos de jóvenes inmigrantes y turistas, así como a un número creciente de pequeños y medianos empresarios que se establecen en ambos países para buscar su futuro. Ellos, todos, son ciudadanos que nos cuentan en primera persona sus proyecciones individuales de futuro en los dos países y hay que dejar de alarmarles ya.
Para ir terminando, creo sinceramente en este sentido, que España debe esforzarse también un poco más, en dejar de resaltar en los titulares de sus noticias cuestiones que pongan en peligro a la buena vecindad, sobre todo en materia del Sàhara marroquí, porque las personas de a pie instalados en ambos países somos la mejor noticia y el verdadero pasaporte diplomático para el futuro. Lejos de tensiones y lejos de los propósitos de una acción humanitaria, y también lejos de muchos errores del gobierno de Sánchez, la política exterior española debe recuperar en estos momentos su buena imagen.