
27-03-2021
por: Omar Isra – Periodista / Activista Político
Traducción: Soufiane Ben Lazaar
No hay duda de que la crisis de la pandemia del Coronavirus cambió la vida de millones de personas en todo el mundo, dejando millones de contagios y cientos de miles de muertes; el mundo se paralizó y se convirtió en islas aisladas, y el origen de cambios masivos que no incluyó solo los aspectos materiales, sino que tocó conceptos cuyas dimensiones han cambiado como el de la “Seguridad de Estados”, y aquí, urge reconsiderar el papel de la investigación científica en la sociedad, a fin de llegar a soluciones eficaces para frenar la propagación de epidemias y virus intercontinentales, más bien, el interés por la investigación científica se ha convertido en parte de los esfuerzos necesarios para mantener la seguridad nacional.
En una carta de la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, con motivo del Día Mundial de la Ciencia para la Paz, declaró que “La ciencia debe contribuir de manera importante para que podamos superar la crisis actual causada por la pandemia del Coronavirus y para ayudarnos a construir sociedades más justas, humanas y sostenibles”. La UNESCO está trabajando actualmente en la elaboración de una recomendación sobre la «ciencia abierta», de acuerdo con la decisión adoptada por los Estados miembros en noviembre de 2019, buscando así brindar acceso a todas las posibilidades de la ciencia para que sea más integral, aunque la realidad reveló en la época del Coronavirus el egoísmo de los países desarrollados que monopolizaron sus innovaciones y vacunas a favor de sus pueblos en primer lugar, lo cual es comprensible bajo el dominio del sistema capitalista salvaje, lo que invita a los países en proceso de desarrollo a plantar las semillas de la investigación científica en el horizonte de imponerse dentro de una difícil ecuación internacional en el futuro.
No cabe duda de que la investigación científica juega un papel muy importante en la construcción de civilizaciones, la creación de riqueza y la promoción del bienestar, y no hay duda de que las naciones que triunfan en la investigación científica y tecnológica hoy se sientan en el trono de los informes internacionales, ya sea a nivel económico o social, en cuanto a la ribera meridional, debido al retroceso en el nivel de desarrollo, el fracaso de los planes de reforma educativa y la propagación de mafias de corrupción que no prestan ninguna atención a las personas, los programas gubernamentales y los presupuestos de financiación para el campo de la investigación científica hacen que los centros de investigación y universidades del norte de África en general, y Marruecos en particular, muy lejos de la nueva carrera global impuesta por epidemias y guerras biológicas.
Marruecos gasta menos del 0,8% del Producto Interno Bruto (PIB) en investigación científica, aunque la Carta Nacional de Educación y Formación recomendó que este porcentaje alcance el 1% en el año 2000, proporción que todavía no hemos alcanzado y que sigue siendo muy pobre dadas las normas internacionales. El Banco Mundial y las Naciones Unidas están de acuerdo en que el gasto ideal en este ámbito es el que excede el 2%, y si oscila entre el 2 y el 1,6%, es buena en general, y del 1,6 al 1% se considera en una situación crítica, y si es inferior, débil y pobre, y entre los ejemplos de países líderes en este campo de enormes presupuestos destinados a la investigación científica, encontramos a Israel, que gasta aproximadamente el 5% de su PIB en este sector, cuyos resultados son conocidos y no necesitan ser detallados.
Para superar este problema y encontrar un punto de apoyo para nuestro país en el mundo de las epidemias y los desequilibrios ecológicos, es necesario aumentar el presupuesto de la investigación científica, para que no quedemos a merced de los principales países industrializados, como ha ocurrido y sigue ocurriendo a muchos países en desarrollo que no pudieron obtener vacunas contra el virus mortal. Si Marruecos es una excepción a nivel de los países en desarrollo, se debe a las sabias y brillantes estrategias reales.
Y porque Marruecos se ha convertido en una potencia regional que no se puede subestimar, y que los marroquíes brillan en el campo de la ciencia en todas sus ramas, incluso hay grandes científicos compatriotas que se han ganado una reputación mundial gracias a su gran contribución al desarrollo de la ciencia y la innovación al servicio de la humanidad. Basta con mencionar a los científicos Moncef Slaoui, quien supervisó el desarrollo de la vacuna Moderna, encargado por el presidente del país más poderoso del mundo, y Allal Boutajangout, el experto mundial quien actualmente supervisa el desarrollo de vacunas contra el Alzheimer y el Parkinson, ambos son sólo dos ejemplos entre otros científicos que han demostrado sus habilidades en el campo de la invención, la innovación y la investigación científica.
Sería muy útil para Marruecos pensar en establecer el mayor centro de investigación científica de la región, un centro supervisado por nuestros mejores científicos dentro y fuera del país, proporcionándoles importantes incentivos, al igual que el Centro de Investigaciones Científicas de Francia, la Sociedad Alemana Max‑Planck, la Academia China de Ciencias, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estadounidenses y el Consejo Británico de Investigaciones Médicas. No deberíamos ser utópicos para confrontar a los grandes institutos en nuestras circunstancias y posibilidades actuales. Estos institutos han acumulado grandes experiencias en el sector asignándoles grandes presupuestos, pero podemos dar nuestros primeros pasos en este camino para servir al futuro de Marruecos y de la humanidad.
Un centro que puede supervisar el establecimiento de laboratorios de investigación científica que producen vacunas y medicamentos, realizar investigaciones en diversos campos como la medicina, las energías renovables y la investigación agrícola, establecer y desarrollar laboratorios dentro de los institutos de medicina e ingeniería, y también puede supervisar la formación de jóvenes investigadores que deseen acceder al campo de la investigación y seleccionar de entre ellos a los más destacados, y supervisar investigaciones de doctorado en su favor, al mismo tiempo que se benefician de becas incentivadoras que contribuyan a proteger a nuestro país de la hemorragia de la fuga de cerebros.
Al principio, el centro puede centrarse solo en la investigación médica en todas sus especialidades, principalmente la lucha contra las epidemias, la biología y la nanotecnología, así, Marruecos puede contar con un laboratorio especial para la investigación sobre la explotación de plantas medicinales, incluido el cannabis, que recientemente ha sido aprobado para legalizar sus usos, y para que no se convierta en un instituto sujeto a cambios gubernamentales y rotaciones partidarias en la gestión de los asuntos públicos, es mejor que sea independiente y bajo los auspicios del Soberano. En cuanto a las herramientas logísticas y de investigación científica, se pueden adquirir a través de acuerdos de cooperación con varios Estados, de los cuales puede ser Israel, tras la mejora de las relaciones entre ambos países y la apertura de importantes asociaciones económicas y tecnológicas.
Anteriormente mencioné ejemplos de centros internacionales en el campo de la investigación científica que fueron capaces de contribuir a deslumbrar el mundo occidental y lograr la autosuficiencia y el progreso tecnológico, pero hay algunos que se preguntarán sobre el ritmo de justificaciones falaces que siempre se ofrecen ¿Tiene Marruecos el potencial de estos países para lograr los mismos resultados? La respuesta aquí será a través de presentar la experiencia de un Estado de los países del Sur, un país pobre que ha sufrido un trágico asedio durante décadas, del cual podemos inspirarnos en sus impresionantes logros. Cuba, que, gracias a su inversión en educación e investigación científica, ha logrado convertirse en la mayor fuente de médicos del mundo. Tal vez el asedio sufrido fue decisivo en su involucración en una estrategia científica con grandes beneficios no sólo para ellos sino para el beneficio de toda la humanidad, ya que estableció el Centro Nacional de Investigación Científica a principios de 1965, beneficiándose luego de la ayuda de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial para construir una fábrica farmacéutica. Hoy, BioCubaFarma (anteriormente Empresa Farmacéutica 8 de Marzo) que es propiedad del Estado, incluye más de 30 empresas e institutos industriales que producen más de la mitad de los medicamentos básicos en el país, y exportando a unos 50 países del mundo. El Centro de Inmunología Molecular ha podido producir un prometedor tratamiento para el cáncer, fruto de la gran inversión del Estado socialista en el sector biotecnológico, sin mencionar la entrada de las dos vacunas cubanas contra el Coronavirus «Abdala» y «Soberana 02» en la tercera fase de los ensayos clínicos como paso importante, que acerca a la isla a producir la primera vacuna en América Latina contra el virus.
La pobre Cuba se ha hecho conocida como el «paraíso terapéutico» a pesar de su modesto potencial, pero ese éxito no fue casualidad, sino producto de un trabajo incansable en el que los tomadores de decisiones se enfocaron en los sectores vitales de la educación y la salud, y es lo que confirma la posibilidad de que Marruecos se embarque en un experimento ejemplar en el campo de la investigación científica a nivel del continente africano, un proyecto ambicioso que requerirá un tiempo determinado y una reforma radical del sistema de educación y formación, y mediante la promulgación de un enfoque de «inversión social» que conduce inevitablemente al progreso y al bienestar.