
16-02-2021
La 34ª Cumbre de la Unión Africana consagró la destitución de Argelia del cargo de Comisionado de Paz y Seguridad que ocupaba desde 2003. Este revés es parte de una larga serie negra de la diplomacia argelina, destacó una crónica del sitio web «Mondafrique».
Por primera vez desde el establecimiento de la Comisión de la Unión Africana (UA) en Maputo, Mozambique, en 2003, el Comisario de Paz y Seguridad no es un diplomático argelino. Después de sus compatriotas Said Djinit, Ramtane Lamamra, Smail Chergui fue el último argelino en ocupar este puesto estratégico en la UA, que hace de su titular el número 2 de la organización panafricana, después del presidente de la Comisión. El nigeriano Bankolé Adoye se encargará durante los próximos cuatro años de la gestión de numerosas crisis africanas, con prerrogativas reforzadas por la fusión del Departamento de Paz y Seguridad y el de Asuntos Políticos, subraya el artículo.
Si bien es cierto que se esperaba el fin del control ininterrumpido de Argelia durante 17 años sobre el Departamento de Paz y Seguridad tras la rebelión de otros países africanos, el hecho es que constituye un grave retroceso. En efecto, traduce la pendiente descendente iniciada por la diplomacia argelina en el África subsahariana. Argel ha asistido en los últimos años con impotencia al descenso del número de países africanos que reconocen a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). La causa de la independencia de la antigua colonia española sólo ha recibido eco favorable en Sudáfrica, Nigeria y Angola. Pero, el signo indiscutible del ocaso de la diplomacia argelina en África al Sur del Sahara habrá sido el regreso de Marruecos a la Unión Africana en enero de 2017, añade la misma fuente.
Para Mondafrique, el indiscutible declive de la influencia diplomática de Argelia es consecuencia de sus decisiones menos arriesgadas en muchos asuntos continentales. En la era de las redes sociales, las detenciones brutales y masivas de migrantes del África subsahariana en ciudades argelinas han sido ampliamente difundidas, provocando la incomprensión de los gobiernos y la ira de la opinión pública. El abandono de estos migrantes, independientemente de su nacionalidad, en el desierto de la frontera entre Níger y Argelia desencadenó discusiones que se extendieron desde Dakar hasta Addis Abeba, desde Niamey hasta Durban. Mientras tanto, Marruecos estaba en proceso de regularizar a los miles de migrantes subsaharianos que viven en su suelo, mientras esperan continuar su viaje hacia Europa. Mejor aún, para marcar su diferencia con Argelia, Marruecos ha contratado durante dos años asistentes de vuelo senegaleses para trabajar en los vuelos de su compañía nacional, Royal Air Maroc. Miles de jóvenes graduados subsaharianos también están obteniendo permisos para permanecer y trabajar en el Reino después de su formación.
Argelia también está pagando por su falta de compromiso para cumplir con las expectativas en la resolución de crisis en el continente, comenzando por las que afectan a sus vecinos Libia y Malí. En Malí, la diplomacia argelina aseguró la «unión mínima» al acoger las conversaciones intermalienses de 2015. Por otro lado, no utilizó la influencia de los servicios argelinos sobre los grupos armados para contribuir a la lucha contra el terrorismo. En Libia, Argelia incluso ha hecho mucho menos, permitiendo que potencias distantes como Turquía, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos interfieran en la crisis libia.
El artículo concluyó con que «atrás quedaron los días en que Argel era el punto de reunión de todos los «revolucionarios» del África subsahariana y la «Argelia tercermundista», el punto de encuentro de los movimientos africanos de liberación nacional, algunos de cuyos líderes se beneficiaban del pasaporte argelino».









