El discurso pronunciado por el rey Mohammed VI el 31 de octubre de 2025 —fecha que él mismo definió como un antes y un después en la historia contemporánea del Reino— constituye mucho más que una alocución conmemorativa. Es una declaración estratégica y espiritual a la vez, en la que convergen la fe, la legitimidad y la política de Estado. Con el tono sereno pero firme que lo caracteriza, el soberano trazó una auténtica hoja de ruta para la consolidación definitiva de la marroquinidad del Sáhara y el inicio de una etapa de madurez nacional e internacional.
1. Del sacrificio al “nuevo fath”: una victoria con alma
El Rey abrió su intervención con la cita coránica “إنا فتحنا لك فتحا مبينا” (“En verdad, te hemos concedido una victoria clara”), situando desde el inicio el acontecimiento en una dimensión trascendente. Con esta alusión, vincula el medio siglo de sacrificios del pueblo marroquí con la idea de un fath o “apertura”, no de conquista bélica, sino de victoria moral y política.
El monarca afirmó con claridad: “Después de 50 años de sacrificios comenzamos un nuevo fath en el proceso de consolidación de la marroquinidad del Sáhara, sobre la base de un acuerdo consensuado en torno a la Iniciativa de Autonomía.” Con esa frase, Marruecos deja atrás los años de mera defensa diplomática para entrar en la etapa de la afirmación positiva: la del país que ofrece soluciones realistas y no exige rendiciones.
2. Un antes y un después: el tiempo del Marruecos unido
Entre las expresiones más potentes del discurso resalta: “Hay un antes del 31 de octubre de 2025 y un después.” Con esta fórmula, el rey inscribe el momento en la cronología nacional como punto de inflexión: el paso de la gestión a la transformación.
El mensaje esencial es inequívoco: “Ha llegado el momento del Marruecos unido, de Tánger a Lagouira, aquel cuyas fronteras históricas nadie podrá transgredir.” Se trata de una proclamación de unidad territorial y también de autoconsciencia colectiva: el Reino reafirma su integridad no por la fuerza, sino por la legitimidad y el consenso internacional recientemente confirmados por el Consejo de Seguridad de la ONU, que calificó la iniciativa marroquí de autonomía como “el marco más realista y aplicable”.
3. Diplomacia del reconocimiento: de la soberanía económica a la legitimidad global
Mohammed VI subrayó otro aspecto fundamental: la extensión del reconocimiento económico. Enumeró potencias como Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, España y la Unión Europea, que han decidido alentar las inversiones y los intercambios en el Sáhara. Esto significa que la soberanía de Marruecos ya no es solo política, sino también económica, y por tanto irreversible en los hechos.
El Reino no se limita a celebrar un cambio diplomático, sino que avanza hacia una diplomacia de resultados. El monarca anunció que Marruecos procederá a “actualizar y detallar la Iniciativa de Autonomía” para presentarla formalmente a las Naciones Unidas, convirtiéndola en la única base de negociación. Esta acción anticipa una victoria por construcción institucional, no por imposición.
4. Agradecimiento y mesura: la elegancia del liderazgo
En un gesto de madurez política, el rey agradeció nominalmente a los socios principales —Estados Unidos bajo el liderazgo del presidente Donald Trump, así como Francia, Reino Unido y España— y a todos los países árabes y africanos que han apoyado la posición marroquí. Sin embargo, el discurso reitera con sobriedad: “Marruecos no considera estas transformaciones como un triunfo, ni las utiliza para avivar divisiones.”
Es la diferencia entre victoria y arrogancia: mientras otras naciones convertirían un respaldo global en instrumento de revancha, Marruecos opta por la diplomacia del equilibrio. El propio tono del rey evoca serenidad: el Reino gana legitimidad no porque derrote a nadie, sino porque convence.
5. Una mano tendida: reconciliación y grandeza moral
Uno de los pasajes más humanos del discurso fue la llamada fraternal a los saharauis en los campamentos de Tinduf. El rey los invita a “aprovechar esta oportunidad histórica para reunirse con sus familias y contribuir al desarrollo de su patria dentro del Marruecos unido.” Aquí el mensaje se vuelve emocional y patriótico: la puerta está abierta para quienes deseen regresar, con la promesa real de igualdad total —“no hay diferencia entre los retornados de Tinduf y sus hermanos del resto del territorio nacional”—.
A ello se suma un gesto de política regional de alta significación: la invitación al presidente argelino Abdelmadjid Tebboune a mantener un diálogo fraternal y sincero para superar diferencias y construir relaciones nuevas “basadas en la confianza, la hermandad y la buena vecindad.” Lejos de cualquier retórica beligerante, Marruecos reafirma su vocación magrebí y su compromiso con la integración de las cinco naciones del Magreb bajo los principios de cooperación y complementariedad.
6. Unión nacional y memoria de los sacrificios
El monarca insistió en que la estabilidad y prosperidad actuales del Sáhara son fruto de “las sacrificadas generaciones de todos los marroquíes.” Recordó con gratitud a los habitantes de las regiones saharianas, cuya lealtad constante a los símbolos nacionales ha sido esencial, así como a la diplomacia oficial, partidista y parlamentaria, que ha trabajado incansablemente para cerrar el expediente de la integridad territorial.
Con motivo del cincuentenario de la Marcha Verde, el rey rindió homenaje a las Fuerzas Armadas Reales y a todas las fuerzas de seguridad, evocando la memoria del rey Hassan II, “artesano de la Marcha Verde”, y de todos los mártires de la patria. Es un recordatorio poderoso de la continuidad histórica: la Corona, el pueblo y el territorio forman una misma ecuación sagrada.
7. El futuro: del consenso al modelo
El discurso proyecta hacia adelante una visión nítida: el Sáhara ya no es un tema de disputa sino una plataforma para el desarrollo, la cooperación y la estabilidad regional. Marruecos emerge como modelo africano de resolución pacífica: renueva su autonomía interna, atrae inversiones, y al mismo tiempo ofrece a sus vecinos un horizonte común de progreso.
Con ello, Mohammed VI sitúa al Reino dentro de una narrativa internacional distinta: la del Estado estable, confiable y reformista, que transforma los desafíos políticos en motores de integración.
La apertura irreversible
La alusión coránica inicial —“En verdad, te hemos concedido una victoria clara”— adquiere plena resonancia al final del discurso. Marruecos ha alcanzado su “fath” contemporáneo, no como resultado de la fuerza ni del azar, sino de cinco décadas de constancia, diálogo y visión real.
El 31 de octubre de 2025 no es simplemente un aniversario ni una fecha diplomática: es la apertura de una nueva etapa histórica. Desde Tánger hasta Lagouira, Marruecos se reafirma unido, soberano y proyectado hacia el porvenir, guiado por un liderazgo que combina firmeza, sabiduría y humildad. Y en este equilibrio —entre la convicción moral y la visión estratégica— reside la verdadera grandeza del Reino.
Mohamed BAHIA
31/10/2025









