El anuncio llegó envuelto en el aire solemne de los grandes acuerdos. En el corazón de Rabat, la dirección ejecutiva del Grupo Renault y el gobierno marroquí sellaron un nuevo capítulo de colaboración que consolida más de una década de entendimiento industrial. François Provost, director ejecutivo del gigante automovilístico francés, no escatimó elogios: habló de confianza, de estabilidad política y de una visión industrial que —según sus palabras— ha convertido al Reino en “una referencia ineludible” dentro de la estrategia global de la marca del rombo.
La firma del tercer anexo a la convención de inversión, presidida por el jefe del gobierno Aziz Akhannouch, tiene un valor estratégico evidente. Representa la continuidad de una cooperación iniciada años atrás y la apertura hacia una nueva etapa, donde Marruecos no solo fabrica automóviles, sino que contribuye a su concepción tecnológica. Con este acuerdo, Renault apuesta por desarrollar en el país una nueva generación de vehículos, además de instalar un centro de investigación y desarrollo y uno de sus tres polos digitales mundiales.
Provost recordó que casi uno de cada cinco vehículos que Renault produce a nivel global sale de suelo marroquí. Un dato elocuente que, más allá de la estadística, refleja una transformación profunda: la del Reino como potencia automotriz regional. Con más de un 40% de cuota de mercado local, Renault se mantiene como actor dominante, pero su ambición parece ir más allá del liderazgo comercial; busca en Marruecos un laboratorio de futuro industrial.
Desde el lado gubernamental, Akhannouch subrayó la solidez de la gobernanza que ha permitido atraer y retener inversión extranjera en sectores de alta competitividad. “Este nuevo acuerdo nos proyecta hacia 2030, con inversiones significativas para diversificar nuestra producción y adaptarnos a las demandas de los consumidores”, declaró el jefe del Ejecutivo durante el acto.
El mensaje común fue de continuidad y visión compartida: estabilidad, innovación y creación de valor. En un contexto internacional marcado por la volatilidad y la relocalización industrial, Marruecos ofrece —según perciben los inversores— una constancia poco habitual y un entorno que permite planificar a largo plazo.
Así, lo que comenzó como una asociación industrial se ha transformado en una alianza estratégica con miras al porvenir. Desde las líneas de ensamblaje de Tánger hasta los nuevos centros digitales en Rabat, la relación Renault–Marruecos ilustra cómo una política industrial coherente puede convertir a un país en socio de innovación. Y, en el tablero global de la automoción, el Reino parece decidido a conducir —no simplemente acompañar— el camino hacia su propio futuro industrial.
30/10/2025









