En un inusual debate celebrado en la Cámara de los Lores, el Reino Unido volvió a colocar el conflicto del Sáhara en el centro de su agenda diplomática. El tema, que había permanecido en un discreto segundo plano durante años, reapareció con fuerza tras las crecientes tensiones regionales y las sospechas –no confirmadas– sobre una posible implicación iraní en el apoyo al Frente Polisario.
La baronesa Jenny Chapman, ministra de Estado para el Desarrollo Internacional y África, fue la portavoz más directa del Gobierno británico. En su intervención, Chapman subrayó que el encuentro mantenido este verano entre el ministro Hamish Falconer y representantes del Polisario no significaba un cambio en la política de Londres. “Esa reunión no contradice nuestra posición ni los compromisos suscritos con Marruecos”, dijo. De hecho, precisó que el Reino Unido considera el plan de autonomía marroquí como el camino más pragmático hacia una solución estable y duradera.
Varios lores intervinieron para preguntar si el Gobierno planeaba adoptar medidas concretas que traduzcan su apoyo a Rabat en resultados tangibles. Chapman respondió que Londres “actúa con transparencia y coherencia” junto a sus aliados marroquíes. Aunque evitó detallar próximos pasos, insistió en que el Reino Unido “evalúa cada acción dentro de una estrategia más amplia de paz y seguridad regional”.
Las preguntas sobre Irán no se hicieron esperar. Informes recientes apuntaban a un supuesto incremento del respaldo iraní al Polisario, algo que la baronesa negó con enfática cautela. “No hemos hallado pruebas concluyentes”, aseguró, al tiempo que reiteró la condena de su gobierno al apoyo “político, militar y financiero” de Teherán a grupos desestabilizadores en Oriente Medio y el Norte de África.
El veterano lord Nazir Ahmed fue aún más contundente: pidió a Londres “jugar un papel más visible” en el impulso del plan de autonomía marroquí ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Chapman se mostró prudente, pero dejó una frase cargada de promesa diplomática: “Se tomarán decisiones importantes en los próximos días; nuestra responsabilidad es aprovechar esta oportunidad para avanzar hacia la estabilidad”.
Un retorno del pragmatismo británico
El debate en Westminster revela un cambio de tono en la política británica respecto al Sáhara. Ya no se trata solo de mantener un equilibrio diplomático, sino de definir una postura “realista” que combine el apoyo a Marruecos con la vigilancia ante las interferencias externas.
En un contexto global marcado por la rivalidad geopolítica y la fractura en las alianzas tradicionales, el Reino Unido busca recuperar relevancia en el norte de África. Y lo hace, según parece, desde una convicción que mezcla pragmatismo estratégico con una vieja ambición diplomática: proyectar estabilidad donde otros ven únicamente conflicto.
En palabras de un diplomático británico presente en la sesión –que pidió anonimato por la sensibilidad del asunto–, “el Sáhara no es solo una cuestión africana. Es una prueba del lugar que el Reino Unido quiere ocupar en el tablero internacional pos‑Brexit”.
Por ahora, el mensaje de Londres es claro: Marruecos sigue siendo un aliado de confianza, y el camino hacia la paz en el Sáhara pasa, inevitablemente, por una dosis de realismo político y una pizca británica de paciencia estratégica.
28/10/2025









