En la capital japonesa, donde la modernidad convive con un refinado gusto por la diversidad cultural, la Francofonía acaba de escribir un nuevo capítulo de su historia diplomática. Rachad Bouhlal, embajador del Reino de Marruecos en Japón, fue elegido por aclamación presidente del Consejo para la Promoción de la Francofonía en Japón, durante la asamblea general anual celebrada en Tokio.
Su elección no es un simple relevo institucional: es el reflejo de una creciente influencia del mundo francófono en Asia oriental y del papel estratégico que Marruecos desempeña como puente entre continentes y culturas. Bouhlal sucede al embajador de Bélgica, quien durante los últimos cuatro años contribuyó a consolidar la presencia francófona en el archipiélago nipón.
El Consejo, que agrupa a todos los embajadores de países francófonos acreditados en Japón, es una plataforma diplomática donde convergen naciones de África, Europa y América en torno a un propósito común: difundir la lengua francesa y promover los valores de pluralidad, solidaridad y diálogo intercultural. No se trata solo de celebrar un idioma, sino de proyectar una visión del mundo basada en la cooperación humanista.
La nueva presidencia marroquí llega en un contexto de expansión del francés en el ámbito académico y cultural japonés. Cada año crece el número de universidades y centros educativos que incorporan el idioma de Molière a sus programas, impulsando el interés de los jóvenes nipones por la cultura francófona. A la vez, el Consejo fomenta intercambios económicos, artísticos y científicos entre Japón y los países francófonos, un terreno fértil para proyectos conjuntos en innovación, educación y sostenibilidad.
Tras su nombramiento, Bouhlal —diplomático con una larga trayectoria en el diálogo entre civilizaciones— subrayó su compromiso de fortalecer los lazos entre el mundo francófono y Japón. En sus palabras, la misión no se limita al ámbito institucional: “Se trata de construir puentes de amistad, conocimiento y confianza entre nuestras sociedades”.
La presidencia marroquí simboliza, además, el reconocimiento de un enfoque diplomático que combina pragmatismo y cultura. Marruecos, miembro activo de la Organización Internacional de la Francofonía, se presenta como actor clave de mediación cultural entre África, Europa y Asia.
El desafío ahora será mantener la cohesión y la visibilidad de esta comunidad francófona en uno de los escenarios más competitivos y tecnológicamente dinámicos del planeta. Bouhlal, sin embargo, parece dispuesto a convertir ese reto en una oportunidad: dar a la Francofonía un protagonismo renovado en el corazón de Tokio, donde palabras como kizuna —vínculo— y amitié —amistad— pueden encontrarse y dialogar en un mismo idioma.
28/10/2025









