En un escenario global marcado por la búsqueda de nuevos equilibrios y alianzas más inteligentes, Marruecos y Corea del Sur avanzan con paso firme hacia una cooperación que trasciende los saludos protocolares. Un reciente contacto telefónico entre Nasser Bourita, ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, y su homólogo coreano, Cho Hyun, ha venido a confirmar lo que los hechos ya venían mostrando: las relaciones entre Rabat y Seúl entran en una nueva fase, caracterizada por la convergencia diplomática y el dinamismo económico.
Un diálogo que se consolida
La conversación, primera entre ambos desde el nombramiento del ministro coreano en 2025, sirvió para reforzar la voluntad común de convertir un trato cordial de décadas en una alianza estructurada. Desde 1962, año en que Marruecos recibió la primera embajada coreana en suelo africano, la relación bilateral ha demostrado una notable continuidad, incluso en los momentos de mayor turbulencia internacional.
Cho Hyun subrayó el valor tangible de esta cooperación al recordar el reciente contrato firmado entre la empresa surcoreana y la Oficina Nacional de Ferrocarriles de Marruecos, que contempla la entrega de trenes eléctricos. El acuerdo no solo moderniza el transporte ferroviario marroquí, sino que también ilustra el intercambio de tecnología de vanguardia que caracteriza el nuevo rostro de la relación.
El pragmatismo económico como sello distintivo
Marruecos, que en la última década se ha posicionado como un hub industrial afro-mediterráneo, encuentra en Corea del Sur un socio complementario: potencia tecnológica, con experiencia en innovación, energías limpias y productividad industrial. Bourita subrayó el papel de las empresas surcoreanas radicadas en el país magrebí, cuya participación en el crecimiento y en la generación de empleo ha sido notoria.
En la agenda bilateral figuran temas ambiciosos: la transición energética, la transformación digital, la formación de talento y la cooperación científica. Más que una diplomacia de gestos, se trata de un proyecto sostenido que busca alinear estrategias de desarrollo en los ámbitos más avanzados de la economía global.
Una comprensión política en expansión
El diálogo entre Rabat y Seúl también se traslada al terreno político. Los dos ministros coincidieron en la necesidad de mantener consultas regulares sobre asuntos regionales y multilaterales. En un mundo cada vez más interdependiente, esa coordinación pretende garantizar una voz coherente en foros internacionales como Naciones Unidas.
El recuerdo del Primer Cumbre Corea–África, celebrada en 2024, sigue fresco. Durante aquel encuentro, Seúl sorprendió al excluir al grupo del Polisario, pese a las presiones argelinas. Ese gesto, interpretado como una muestra de respeto hacia la posición marroquí en el conflicto del Sáhara, supuso un antes y un después en la relación bilateral.
Un futuro de afinidades estratégicas
Alta diplomacia, contactos frecuentes y una red creciente de proyectos institucionales confirman que Marruecos y Corea del Sur han decidido apostar por un diálogo que combina pragmatismo y visión. Las visitas recíprocas de altos funcionarios —desde ministros hasta líderes parlamentarios y empresariales— han cimentado una alianza que ya se percibe como modelo de cooperación intercontinental.
En tiempos en que las alianzas suelen medirse por su rentabilidad inmediata, el eje Rabat–Seúl parece apostar por la constancia y la inteligencia compartida. El uno aporta posición geoestratégica y estabilidad; el otro, experiencia tecnológica y capital innovador. Y en esa confluencia, ambos países están construyendo algo que va más allá de los acuerdos: una sociedad estratégica con vocación de futuro.
27/10/2025









