La ciudad española de Oviedo volvió a vestirse de gala este viernes para celebrar la 45ª edición de los Premios Princesa de Asturias, una cita que, más allá de reconocer la excelencia, se ha convertido en un escenario simbólico donde se reflexiona sobre el sentido de la convivencia, la educación y el valor de lo humano en tiempos inciertos. En el Teatro Campoamor, los reyes Felipe VI y Letizia, junto a sus hijas, presidieron una ceremonia marcada por el relevo generacional y por la profundidad de los discursos, en los que se entrelazaron la tradición, la reflexión ética y la esperanza.
El rey Felipe VI subrayó en su intervención la “educación en valores” como el gran pilar de la convivencia democrática, defendiendo que los premios poseen una “dimensión didáctica” que ilumina el camino colectivo. En su 44ª alocución en esta ceremonia, el monarca reflexionó sobre los dilemas contemporáneos: “el individualismo radical” que aísla y “la pulsión globalizadora” que borra las diferencias. Frente a ambos extremos, abogó por encontrar un equilibrio “entre la comunidad y la persona, entre el respeto por lo colectivo y el valor del individuo”.
El monarca español recordó que una sociedad madura debe saber identificar la excelencia “no como un fin en sí mismo, sino como un ejemplo”, y destacó el papel de los galardonados como faros de inspiración. Con tono emotivo, expresó su deseo de ceder mayor protagonismo a su hija, la princesa Leonor, en un gesto que definió como “la emoción de un padre y la emoción de un rey”. Al mismo tiempo, reafirmó su compromiso “inquebrantable” con la Fundación y con Asturias, una tierra a la que dijo no poder, ni querer, estar lejos.
La princesa Leonor, por su parte, ofreció un discurso que confirmó su madurez y sensibilidad como heredera de la Corona. Con una voz serena y cercana, hizo un llamamiento a la convivencia como “único camino hacia el progreso compartido” y pidió “cuidar y defender los valores que nos definen y nos guían”. En un guiño generacional, se dirigió a los premiados mediante cartas, reivindicando el acto de escribir a mano como un espacio de reflexión frente a la inmediatez digital.
Entre los galardonados de este año figuran nombres de relevancia mundial: el economista Mario Draghi (Cooperación Internacional), la tenista Serena Williams (Deportes), la científica Marie-Claire King (Investigación Científica y Técnica), el Museo Nacional de Antropología de México (Concordia), el escritor Eduardo Mendoza (Letras), la fotógrafa Graciela Iturbide (Artes), el sociólogo Douglas Massey (Ciencias Sociales) y el filósofo Byung-Chul Han (Comunicación y Humanidades).
Leonor de Borbón destacó de Draghi su defensa de la solidaridad europea en tiempos de crisis; de Williams, la fuerza de las hermanas y la grandeza de levantarse tras la derrota; de King, su contribución a la genética y a la justicia social; y del Museo de Antropología mexicano, su labor en preservar la identidad y diversidad cultural. A Eduardo Mendoza le agradeció “despertar la curiosidad por las palabras” y a Iturbide, su capacidad de “plasmar la fuerza de las mujeres”. Al filósofo Byung-Chul Han le pidió, casi con complicidad juvenil, que ayude a su generación a “recuperar la trascendencia en medio del ruido de los datos”.
En su reflexión final, la princesa pidió respeto por quienes piensan diferente y atención hacia los más vulnerables: “Quizá haya que recordar lo que significa tratar bien al prójimo, salir de la trinchera, unirnos para hacer las cosas mejor”. Frente a la polarización, reivindicó el poder de la empatía y el entendimiento mutuo como motores del progreso.
La ceremonia concluyó con un gesto cargado de simbolismo: fue Leonor, y no su padre, quien convocó oficialmente los Premios Princesa de Asturias 2026. Un relevo que se consuma con naturalidad, en el que la voz joven se entrelaza con la experiencia para proyectar hacia el futuro una idea que resonó en todo el Campoamor la de los valores de la convivencia, la educación y el respeto como cimientos del porvenir.
María Angélica Carvajal
25/10/2025









