Las relaciones entre Estados Unidos e Israel vuelven a mostrar fisuras tras los recientes movimientos del Parlamento israelí hacia la anexión de Cisjordania. La Knéset aprobó en primera lectura un proyecto de ley que aplicaría la legislación israelí sobre los territorios palestinos, considerado el primer paso hacia una eventual anexión. Esta votación, impulsada por diputados de la oposición y sectores ultranacionalistas, se produjo bajo la visita del vicepresidente estadounidense J.D. Vance, quien reiteró que Cisjordania “jamás será anexada” por Israel.
El contexto de la visita de Vance el 22 de octubre es clave para entender la fragilidad del acuerdo de paz negociado por el presidente estadounidense Trump. Pues el encuentro entre Vance y Netanyahu buscaba consolidar el pacto de alto al fuego alcanzado el 10 de octubre entre Israel y Hamás, mediado por Egipto, Catar y Turquía. Durante la cita, Vance enfatizó la necesidad de desarmar a Hamás, reconstruir Gaza y garantizar la seguridad de Israel, mientras la Casa Blanca advertía que cualquier intento de anexión de Cisjordania podría poner en riesgo el apoyo estadounidense. La visita de Vance incluyó además la supervisión de un nuevo Centro de Coordinación Civil y Militar cerca de Gaza, en compañía del enviado especial Steve Witkoff y Jared Kushner.
A pesar de las advertencias estadounidenses, Israel continúa avanzando con su agenda de colonización y asentamientos. La votación en la Knéset refleja que los planes internos sobre Cisjordania y Gaza se desarrollan de manera independiente de las negociaciones con Washington. Netanyahu ha intentado desligarse de la votación, calificándola de “provocación política” de la oposición, pero los sectores más extremistas de su gobierno apoyan activamente la anexión.
En el terreno, la fragilidad del alto el fuego se evidencia con constantes incidentes en Gaza y Cisjordania. En Cisjordania, colonos han atacado vehículos palestinos y las fuerzas israelíes continúan con redadas periódicas. En Gaza, aunque la tregua ha permitido la liberación de rehenes y la retirada parcial del ejército, los enfrentamientos y bombardeos persisten, dejando decenas de muertos desde el día de la firma del acuerdo de paz y demostrando que la estabilidad depende más de la acción unilateral de Israel que de los acuerdos internacionales.
Hamás, por su parte, mantiene su compromiso con la tregua, denunciando violaciones israelíes y reclamando el levantamiento del cerco y la entrega de ayuda humanitaria. La organización palestina también busca un consenso nacional para avanzar en la formación de un gobierno en Gaza, subrayando que los acuerdos de alto el fuego no modifican la dinámica de ocupación y presión sobre la población palestina.
El proyecto de anexión refleja la intención de Israel de consolidar el control territorial y neutralizar los esfuerzos internacionales que buscan la creación de un Estado palestino viable. Iniciativas como el asentamiento E1 en Maale Adumim podrían dividir Cisjordania y aislar Jerusalén Este, haciendo prácticamente imposible la formación de un Estado palestino funcional. Esto evidencia que Israel mantiene un plan propio de expansión, legalizando de facto la colonización sin que las negociaciones con Estados Unidos lo frenen.
El alto el fuego en Gaza sigue siendo inestable y vulnerable. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de Washington y las visitas de Vance y Rubio, la violencia continúa, con enfrentamientos nocturnos, ataques de Hamás y bombardeos israelíes. La situación humanitaria permanece crítica, con acceso limitado a ayuda y un balance de víctimas que refleja la fragilidad de la tregua.
Es así como la fricción entre Trump y Netanyahu pone de relieve la brecha entre los intereses estadounidenses y la agenda estratégica israelí. Mientras Washington busca preservar un acuerdo de paz que le dio reconocimiento mundial, aunque es y ha sido el principal aliado de Israel en su ofensiva en Gaza, y limitar la anexión de Cisjordania.
Israel actúa según un plan de expansión territorial que le asegura a Netanyahu el apoyo para permanecer en el poder y evitar las responsabilidades legales que le esperan en su propio país e internacionalmente, a la vez que mantiene la presión sobre Gaza y Cisjordania, evidenciando que las promesas de paz por parte de Trump y ante la comunidad internacional importan menos que sus metas colonialistas.
En este sentido, una vez más la dinámica muestra que la diplomacia externa tiene alcance limitado frente a decisiones internas de Israel y su lógica política de los asentamientos ilegales en territorio palestino.
24/10/2025
María Angélica Carvajal









