La diplomacia marroquí sigue cosechando apoyos más allá del continente africano. En una reciente videoconferencia entre el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, y su homólogo camboyano, Prak Sokhonn, el Reino de Camboya reiteró su respaldo firme a la integridad territorial de Marruecos, a su plan de autonomía para el Sáhara, y expresó una profunda admiración por las iniciativas de desarrollo impulsadas por el rey Mohammed VI.
Este encuentro marca un punto de consolidación en las relaciones entre el Magreb y el Sudeste Asiático. Camboya, un país con un peso político creciente dentro de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), no solo reafirmó su apoyo a la propuesta marroquí sobre el Sáhara —considerada por gran parte de la comunidad internacional como seria, realista y creíble—, sino que también elogió las políticas de liderazgo del monarca marroquí y las ambiciosas Iniciativas Atlánticas, concebidas para fortalecer la cooperación africana.
Una convergencia política y geoestratégica
El comunicado conjunto no se limitó a reafirmar posturas diplomáticas: fue una declaración de principios. Ambos gobiernos insistieron en la defensa de la soberanía y la unidad territorial de los Estados miembros de Naciones Unidas, condenando todo proyecto separatista que pudiera amenazar la estabilidad regional. En un discurso que resonó con tono contemporáneo —y dejo un eco de geoestrategia pura—, se subrayó que los movimientos separatistas representan un riesgo comparable al del terrorismo y el extremismo.
Más allá de las consideraciones de seguridad, el tono camboyano fue de respeto y admiración hacia el modelo marroquí de desarrollo. Sokhonn alabó la visión de Mohammed VI, destacando su “sabiduría política” y los resultados tangibles del Nuevo Modelo de Desarrollo —una hoja de ruta centrada en la inclusión social, la promoción de la mujer y la creación de empleo digno—.
Las Iniciativas Atlánticas: una visión que trasciende fronteras
Uno de los puntos más celebrados por Phnom Penh fue la Iniciativa de los Estados Africanos Atlánticos, promovida por Rabat, destinada a convertir el Atlántico en un espacio de cooperación, integración económica y estabilidad compartida. En ese marco, Camboya reconoció también la importancia estratégica del proyecto del Gasoducto África-Atlántico, que refuerza la conectividad energética del continente y simboliza una apuesta por la interdependencia positiva.
El ministro camboyano elogió igualmente la iniciativa de Marruecos para garantizar a los países del Sahel acceso al océano Atlántico, calificándola como un “gesto de solidaridad estratégica” con los pueblos africanos más vulnerables. En ese gesto, Camboya pareció encontrar un reflejo de su propia historia de reconstrucción nacional y cooperación internacional.
La diplomacia espiritual y cultural de Marruecos
Pero el apoyo camboyano no se limitó al terreno político o económico. Sokhonn destacó la labor del rey Mohammed VI en su calidad de Presidente del Comité Al-Qods, poniendo de relieve los esfuerzos sostenidos del monarca en favor de la causa palestina y la protección de los lugares sagrados de Jerusalén.
El reconocimiento se extendió también a la Agencia Bayt Mal Al-Qods Acharif, brazo operativo del Comité, por su acción en proyectos de desarrollo y apoyo a las comunidades locales. Asimismo, el jefe de la diplomacia camboyana subrayó la contribución marroquí al diálogo interreligioso y a la promoción de un islam moderado, recordando el trabajo del Instituto Mohammed VI para la formación de imames y guías espirituales de distintos países.
Treinta años de amistad diplomática en perspectiva
El horizonte de 2026 tendrá un valor simbólico para ambos países: el trigésimo aniversario del establecimiento de sus relaciones diplomáticas. Tres décadas que, según observadores internacionales, podrían convertirse en una plataforma para una cooperación Sur-Sur más sólida entre África y el Sudeste Asiático.
Con su apoyo explícito a la soberanía del Reino y su adhesión a las grandes iniciativas atlánticas y africanas, Camboya emerge como un socio distante en los mapas geográficos, pero cercano en la brújula política.
Como suele decirse en los círculos diplomáticos de Rabat, la distancia no se mide en kilómetros, sino en coincidencias de visión. Y en esta ocasión, tanto el Mekong como el Atlántico parecen fluir en la misma dirección.
21/10/2025