El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha centrado sus recientes esfuerzos internacionales en encontrar una salida negociada al conflicto en Ucrania, buscando detener la escalada de violencia y abrir un canal de diálogo directo con el mandatario ruso Vladímir Putin. Tras su tercera reunión con Volodímir Zelenski en la Casa Blanca, Trump ha insistido en que la prioridad es “detener la matanza” y explorar la posibilidad de acuerdos de paz, posponiendo decisiones sobre el envío de misiles de largo alcance a Kiev.
Durante el encuentro en Washington, Trump enfrió las expectativas de Zelenski respecto a recibir sistemas Patriot y Tomahawk, argumentando que la entrega de armamento avanzado podría dificultar las negociaciones. “Ya se ha derramado demasiada sangre (…) Deberían parar donde están. Dejemos que ambos declaren la victoria y que la historia decida”, afirmó el mandatario estadounidense.
Mientras que Zelenski respaldó la necesidad de un alto el fuego, subrayando la importancia de garantías de seguridad y la apertura a acuerdos multilaterales. Pero todo indica que la estrategia de Trump apunta a reactivar el diálogo con Putin, con una reunión programada en Budapest en las próximas semanas. Este encuentro, que seguirá a reuniones de asesores de alto nivel, se plantea como un segundo intento de avanzar tras la cumbre de Alaska, que abrió canales de comunicación pero no logró acuerdos definitivos.
No obstante, la entrega de misiles Tomahawk por parte de EE.UU. sigue siendo un elemento de presión, aunque Trump sostiene que la guerra podría terminar sin necesidad de enviarlos, siempre que Rusia acceda a negociar.
Entre tanto, el conflicto sobre el terreno sigue siendo intenso, con ataques simultáneos de Moscú y Kiev sobre infraestructuras energéticas estratégicas, lo que agrava la situación humanitaria y refuerza la urgencia de un alto el fuego antes del invierno. Zelenski ha señalado que “Rusia debe poner fin a la agresión que ella misma inició y que deliberadamente prolonga”, y que la presión de Estados Unidos y Europa es fundamental para lograr avances en las negociaciones.
En este contexto, desde Bruselas, la Comisión Europea ha acogido con prudencia la próxima cumbre Trump-Putin. Muestra de ellos son las declaraciones de Olof Gill, portavoz de Ursula von der Leyen, quien comentó que “toda reunión que haga avanzar una paz justa y duradera en Ucrania es bienvenida”, al tiempo que reafirmó el compromiso de la UE con el apoyo a Ucrania y con la limitación de la capacidad rusa de continuar la guerra. Esto en un marco de posturas divididas entre los eurodiputados, donde los socialistas y demócratas, Renew Europe y los conservadores y reformistas europeos enfatizan la necesidad de proteger los intereses ucranianos en la mesa de negociaciones, los Verts/ALE y la izquierda recuerdan que Putin enfrenta un mandato de arresto internacional por crímenes de guerra, lo que genera tensiones sobre la legitimidad de cualquier encuentro. Por su parte, formaciones de extrema derecha, como los Patriotas por Europa, han celebrado la iniciativa, resaltando que “la paz se construye por el diálogo y no por las sanciones”.
De esta manera, la combinación de presión diplomática estadounidense, apoyo europeo y la amenaza implícita de armamento avanzado conforma la nueva estrategia de Trump, orientada a forzar a Rusia a negociar sin intensificar el conflicto militar. Los ojos del mundo ahora ven hacia Budapest, donde se evaluará si este enfoque puede transformar la guerra en un proceso de negociación tangible y abrir la puerta a un alto al fuego duradero en Ucrania, o si será de nuevo un paso en falso en la búsqueda de una solución definitiva entre Putin y Zelenski.
18/10/2025