La presión internacional sobre Israel se intensifica en Europa y en otras regiones, en respuesta a la escalada de su ofensiva en Gaza y al agravamiento de la crisis humanitaria en la Franja. Turquía ha dado un paso drástico al cerrar completamente su espacio aéreo y sus puertos a los aviones y barcos israelíes, una medida que acompaña la suspensión total del comercio bilateral ya en vigor. Al mismo tiempo, España lidera dentro de la Unión Europea un llamado a endurecer la postura frente a Tel Aviv, reclamando pasar de declaraciones simbólicas a sanciones concretas.
El canciller turco, Hakan Fidan, confirmó ante el Parlamento en Ankara que ningún avión israelí puede sobrevolar su territorio y que ningún barco de ese país podrá atracar en puertos turcos. En un discurso cargado de simbolismo, reiteró que el objetivo es presionar a Israel para que permita la entrada sin restricciones de ayuda humanitaria en Gaza. Turquía, que defiende la solución de dos Estados como única vía de paz, ha querido marcar diferencias frente a otros gobiernos, enfatizando que ha roto de forma plena sus lazos comerciales con Israel.
En paralelo, en Europa crecen las voces que buscan una respuesta más firme. El ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares, reclamó en la reunión informal de sus homólogos en Copenhague que la UE adopte un paquete de medidas que incluya embargo de armas a Israel, sanciones a quienes bloqueen la solución de dos Estados y el fin del comercio con productos procedentes de asentamientos ilegales en Cisjordania. “No hacer nada no ha resuelto nada”, declaró, insistiendo en que el bloque debe asumir un papel activo para frenar el deterioro en Gaza.
El alineamiento de España con países como Irlanda, Noruega, Islandia, Eslovenia y Luxemburgo, que ya condenaron la declaración israelí sobre una presencia permanente en Gaza, sugiere la formación de un bloque dentro de Europa dispuesto a elevar la presión diplomática. Estas posiciones contrastan con la cautela de otros socios europeos más reacios a medidas de confrontación directa, lo que refleja una brecha creciente en la política exterior comunitaria frente al conflicto.
La situación actual en Gaza añade urgencia al debate. Los bombardeos israelíes han intensificado el cerco sobre la población, que enfrenta escasez crítica de alimentos, servicios médicos colapsados y condiciones de saneamiento cada vez más precarias. Tanto Ankara como Madrid insisten en que la comunidad internacional no puede tolerar un statu quo marcado por el asedio y el desplazamiento forzado. Turquía, incluso, ha pedido en el Parlamento que Israel sea suspendido de las organizaciones internacionales si no acepta un alto el fuego inmediato.
En este sentido, la combinación de presiones unilaterales y multilaterales por parte de varios países europeos podrían endurecer la etapa de aislamiento para Israel. Si estas demandas prosperan, el peso diplomático y económico sobre Tel Aviv se incrementará en un momento crítico, cuando la ofensiva en Gaza se ha convertido en un tema central en la agenda global, a la vez que dentro del mismo Israel las presiones políticas provocan un resquebrajamiento de las alianzas que mantenían seguro al Primer Ministro, Benjamín Netanyahu.
30/08/2025