Este último viernes de agosto de 2025 parece estar marcado por una nueva ola de desplazamientos en Gaza, que más que traslados internos representan una huida sin destino seguro. Decenas de miles de personas están, desde el amanecer, abandonaron barrios ya devastados en la Franja de Gaza, conscientes de que ni el movimiento ni la reubicación les garantizan protección.
Israel ha reiterado sus planes de una ofensiva ampliada para adjudicarse el control de la Franja, lo que convierte cada caravana de familias en tránsito en un blanco potencial. Es así que el desplazamiento se ha convertido en una forma de postergar lo inevitable en medio de una ofensiva que no da tregua. Pues, la intensidad de los ataques confirma la vulnerabilidad que envuelve a todo ese territorio.
Medios internacionales, reportan explosiones en las zonas llamadas Zeitoun, bombardeos en Tal al-Hawa y nuevos ataques en Khan Younis y al-Mawasi, una zona señalada por Israel como “humanitaria”, que han dejado al menos 41 muertos en las últimas desde las primeras horas de viernes, incluidos niños y civiles en desplazamiento y en búsqueda de ayuda.
Cabe recordar que la ONU advierte que más del 80% de Gaza está ya bajo órdenes de evacuación o declarada como zona militar, lo que convierte cualquier refugio en un espacio precario e incierto. En la práctica, los desplazados solo cambian de lugar dentro de un territorio devastado, sabiendo que el peligro los acompaña.
A esto se suma que el trasfondo político añade mayor complejidad. El primer ministro Benjamín Netanyahu insiste en que Israel seguirá su ofensiva incluso ante los centenares de miles de protestantes en su país que piden un alto el fuego. Mismo mensaje apoyado también desde algunos políticos israelíes de la coalición y que refleja las tensiones políticas que vive el Primer Ministros con aliados en su contra por su decisión de mantener la maquinaria militar en marcha.
A su vez hay una presión de sectores ultraderechistas en Israel, como el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, que ha planteado la anexión total de Gaza en caso de que Hamás no se desarme. Esto evidencia que la narrativa oficial israelí combina la promesa de seguridad con propuestas de desposesión, alimentando el temor a un desplazamiento forzoso de carácter irreversible.
Mientas que la dimensión humanitaria alcanza niveles críticos. Según el Ministerio de Salud de Gaza, casi 63.000 palestinos han muerto desde el inicio de la guerra, la mitad de ellos mujeres y niños, mientras 159.000 han resultado heridos. La destrucción de barrios enteros, la hambruna declarada en la capital y la imposibilidad de acceso de la ayuda internacional configuran lo que el secretario general de la ONU, António Guterres, ha descrito, este pasado jueves, como “una fase nueva y peligrosa de la guerra”. Su advertencia fue clara: la ofensiva sobre Ciudad de Gaza traerá “consecuencias devastadoras” para cientos de miles de civiles ya exhaustos y traumatizados.
Gaza cada vez se hunde en la paradoja de huir para sobrevivir, pero no encuentran un refugio real. En otros contextos, el desplazamiento masivo puede significar protección, en Gaza se transforma es un movimiento circular, atrapada entre bombardeos, restricciones y un cerco militar que no ofrece salida.
29/08/2025