La geopolítica del Sahel está experimentando cambios profundos. Según un análisis del Middle East Institute for Policy and Economy, Marruecos ha logrado consolidar posiciones estratégicas frente a una Argelia que pierde influencia en esta región crucial de África. Aprovechando los recientes disturbios políticos y problemas de seguridad, Rabat ha expandido de manera planificada su presencia regional, mientras que Argel ve cómo sus tradicionales fortalezas se debilitan.
El informe examina la competencia entre Argel y Rabat en el Sahel como resultado directo de estas transformaciones. Destaca, por ejemplo, que Níger decidió abandonar el proyecto de gasoducto transahariano que debía conectar Argelia con Nigeria a través de su territorio. Este revés es un golpe importante para Argel, que contaba con este corredor energético para abastecer a Europa y competir con el gasoducto atlántico impulsado por Marruecos y Nigeria, respaldado activamente por Rabat.
La serie de fracasos para Argelia continúa. El estudio señala un aislamiento diplomático sin precedentes, con Níger, Malí y Burkina Faso retirando consecutivamente a sus embajadores de Argel. Esta decisión fue una reacción a la destrucción de un dron maliense por parte del ejército argelino en abril pasado, acto calificado de “agresivo” por la Alianza de Estados del Sahel (AES). Otro indicio del distanciamiento es la salida de Malí del Comité de Estado Mayor Operativo Conjunto (CEMOC), órgano que coordinaba la seguridad entre Argelia, Mauritania y varios países del Sahel.
El informe también resalta el fortalecimiento de la cooperación entre Níger y Malí, incluyendo el cierre de su espacio aéreo a vuelos argelinos. En el ámbito diplomático, las tensiones se intensifican: en septiembre pasado, Bamako acusó públicamente a Argelia de respaldar actividades terroristas ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Mientras tanto, Marruecos consolida su red de alianzas económicas, especialmente con Mauritania.
Según el documento, las juntas militares de Níamey, Bamako y Uagadugú han empezado a reorientar sus relaciones estratégicas hacia otras potencias, una tendencia que afecta negativamente a Argelia. Rusia y Turquía han ganado terreno en la región, suministrando armamento avanzado, incluidos drones, fundamentales para la vigilancia y el reconocimiento.
Frente a esta reorganización, Marruecos ha actuado de manera calculada. El informe recuerda que Rabat respondió a las sanciones de la CEDEAO hacia países sin litoral mediante la “Iniciativa Atlántico” en diciembre de 2023. Su objetivo es proporcionar acceso a los puertos marroquíes a Estados sin salida al mar como Malí, Chad, Burkina Faso y Níger, transformando el Atlántico en un corredor de integración económica. Mauritania también forma parte del proyecto, consolidando un eje estratégico clave para Marruecos.
Otro componente importante de la estrategia de Rabat es el gasoducto Nigeria-Marruecos. Con una extensión de 5.600 kilómetros, atravesará 15 países africanos y transportará hasta 30.000 millones de metros cúbicos de gas al año, reforzando la posición de Marruecos como centro energético regional.
Argelia, por su parte, intenta mantener cierta influencia en el Sahel. El informe indica que ahora se centra en la cooperación económica con Mauritania, vista como un puente hacia África Atlántica y el Sahel. Sin embargo, su posición se ve cada vez más debilitada: la creciente presencia rusa, incluida la del grupo Wagner, reduce progresivamente el papel de Argel en seguridad regional y complica su relación con las potencias occidentales.
Por último, el estudio subraya que el modelo argelino resulta poco atractivo para los Estados del Sahel debido a diferencias en el manejo de conflictos. Mientras Argelia apuesta por soluciones políticas frente a los grupos armados, los países saharianos priorizan respuestas militares, como lo evidencia la ruptura en enero de 2024 del acuerdo de paz de 2015 firmado en Argel con los rebeldes tuareg.
27/08/2025









