La sombra de la violencia armada vuelve a oscurecer Estados Unidos. Un hombre armado sembró el terror en un rascacielos de Manhattan, dejando un saldo de al menos cuatro víctimas mortales, incluyendo un agente de policía, antes de, presumiblemente, quitarse la vida. El incidente, ocurrido en el 345 Park Avenue, un edificio que alberga oficinas de la NFL, Blackstone y KPMG, reabre el debate sobre el control de armas en el país.
El alcalde de Nueva York, Eric Adams, lamentó la «pérdida de cuatro almas en un nuevo acto de violencia sin sentido», mientras que el candidato a la alcaldía, Zohran Mamdani, se declaró «destrozado» por la noticia. Las autoridades confirmaron la muerte de tres hombres, incluyendo al agente policial, y una mujer, con una quinta víctima en estado crítico. El móvil del ataque aún se desconoce.
Las cámaras de seguridad captaron al agresor, identificado como un hombre con antecedentes psiquiátricos originario de Las Vegas, descendiendo de un vehículo con un fusil de asalto M-4. Tras ingresar al edificio, disparó contra el policía y «roció el vestíbulo con balas», según la jefa de la policía de Nueva York, Jessica Tisch. La rápida respuesta policial, con cientos de agentes y ambulancias, convirtió la zona, usualmente bulliciosa, en un escenario de caos y tensión.
Este nuevo tiroteo masivo vuelve a poner en evidencia la crisis de violencia armada que azota a Estados Unidos. Con más armas de fuego que habitantes, el país registra la tasa de mortalidad por armas de fuego más alta entre los países desarrollados. La tragedia de Manhattan se suma a una larga lista de incidentes similares, alimentando la discusión sobre la necesidad de medidas más efectivas para controlar la proliferación de armas. El recuerdo del asesinato de Brian Thompson, CEO de UnitedHealthcare, en el mismo barrio en diciembre pasado, refuerza la sensación de vulnerabilidad y la urgencia de encontrar soluciones.
29/07/2025









