Naciones Unidas se convierte una vez más en el escenario de un drama recurrente: la búsqueda de una solución al genocidio en Gaza. Con la participación de 125 Estados, incluyendo una cincuentena representados a nivel ministerial, la conferencia sobre la cuestión palestina, copresidida por Francia y Arabia Saudita, se enfrenta a la sombra de la desesperanza y la urgencia de una acción decisiva.
Mientras el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, clama por un fin a “la matanza en Gaza» y la liberación de rehenes, la comunidad internacional se debate entre la retórica y la realidad. La necesidad de «pasar del discurso a la acción» resuena en los pasillos de la ONU, pero la ausencia de actores clave, como Israel y Estados Unidos, proyecta una larga sombra sobre las posibilidades de éxito.
La conferencia aspira a crear las condiciones para una paz duradera, abordando temas espinosos como la seguridad israelí, la creciente colonización en Cisjordania, la crisis humanitaria en Gaza, la reconstrucción del territorio y la desmilitarización de Hamás. Sin embargo, la viabilidad de estas aspiraciones se ve comprometida por la profunda desconfianza y la falta de voluntad política.
Francia, abogando por la solución de dos Estados, intenta persuadir a otros países para que reconozcan un Estado palestino. El Ministro de Asuntos Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, argumenta que un cese al fuego duradero solo es posible con una «visión común del futuro» y una «alternativa al estado de guerra permanente». Luxemburgo ha respondido a este llamado, anunciando su intención de reconocer oficialmente a Palestina en septiembre.
Sin embargo, la ausencia de Estados Unidos e Israel, junto con la dura crítica de Washington, que califica la conferencia de «golpe publicitario», crea un obstáculo formidable. La administración estadounidense argumenta que la iniciativa «prolongará la guerra» y «recompensará la obstrucción» de Hamás.
La conferencia se desarrolla en un contexto de creciente tensión y violencia, con la sombra de Gaza presente en cada debate. La pregunta que persiste es si la comunidad internacional, ante la ausencia de actores clave y la creciente polarización, podrá finalmente encontrar un camino hacia una paz justa y duradera, o si la solución de dos Estados seguirá siendo una promesa incumplida. El futuro de la región, y la credibilidad de la ONU, penden de un hilo.
29/07/2025









