Ante una guerra en Ucrania que no parece tener pronto fin y la presión creciente sobre Europa para aumentar su inversión militar, España ha optado por una estrategia de equilibrio, prometiendo a la OTAN sumar 14.000 nuevos soldados a sus Fuerzas Armadas a 2035, pero sin superar el umbral del 2,1% del PIB destinado a defensa. Con estos argumentos el gobierno español pretende presentarse como una nación responsable y comprometida, sin embargo levanta la desconfianza entre varios de sus socios que se vieron obligados a destinar un 5% de su PIB a seguridad regional.
No obstante, el mandatario español, Pedro Sánchez insiste en que el incremento de personal será acompañado por una modernización de equipamientos, una mejora en las condiciones laborales de los militares y un esfuerzo por reforzar la formación y retención de efectivos. La cifra, aunque ambiciosa, contrasta con décadas de desinversión crónica y una plantilla mermada que sitúa a España por debajo de la media europea en militares por cada mil habitantes. A pesar de alcanzar por fin el objetivo del 2% fijado en la cumbre de Cardiff de 2014, expertos internacionales señalan que esta cifra, aunque simbólica, es arbitraria desde un punto de vista económico y no necesariamente garante de eficacia militar.
El principal reto radica en gestionar el aumento en soldados y artillería sin disparar el endeudamiento ni sacrificar otras partidas esenciales del presupuesto público. El plan del gobierno es invertir más de 10.000 millones de euros a personal y a reforzar capacidades tecnológicas, ciberseguridad, adquisición de armamento y mejora de la logística operativa. Sin embargo, un informe solicitado por el propio Ministerio de Defensa español a la fundación Alternativas, titulado El aumento del gasto en defensa español advierte de problemas estructurales que pueden limitar el impacto real de esta inversión, desde la fragmentación industrial hasta los continuos retrasos en grandes programas como los submarinos S-80 o la ausencia de planificación en mantenimiento.
Si bien, España busca proyectar una imagen de socio comprometido, sin claudicar ante las exigencias más duras de la OTAN. Esto le ha valido críticas desde la oposición, que le acusa de tibieza ante la amenaza rusa y de mantener una postura ambigua dentro de la Alianza Atlántica. Pero Sánchez se defiende argumentando que España ya es uno de los cinco países con más efectivos desplegados en misiones de paz y defensa en Europa oriental, y que el compromiso del 2,1% es responsable, realista y sostenible dentro del marco fiscal español.
En este sentido, a mediano plazo, el éxito de esta estrategia dependerá de la capacidad del Estado para garantizar un modelo de inversión continuada y eficiente. Ello implica no solo más dinero, sino mejor gestión, una apuesta decidida por I+D+i y una transformación profunda del modelo de personal. A la vez que España debe demostrar que su defensa no solo suma efectivos, sino también capacidades estratégicas adaptadas a los retos actuales y futuros si desea conservar su posición de socio comprometido y confiable.
11/07/2025
María Angélica Carvajal









