En un contexto regional donde la inseguridad energética se ha convertido en una amenaza estructural, Marruecos emerge como una excepción. Un reciente informe de la plataforma especializada Attaqa subraya cómo el Reino ha logrado blindar su sistema eléctrico, contrastando con la fragilidad creciente de otros países árabes como Irak, Siria, Líbano o incluso Kuwait, ricos en hidrocarburos pero incapaces de garantizar un suministro estable.
De la autosuficiencia a la exportación: el modelo marroquí
Con una capacidad instalada cercana a los 12.000 megavatios y una demanda máxima que raramente supera los 8.000 MW en los picos estivales, Marruecos opera con un margen de seguridad inusual en la región. Este excedente no solo asegura el abastecimiento interno, sino que permite al Reino exportar electricidad a países europeos como España y Portugal. De hecho, durante un reciente apagón en la península ibérica, Marruecos jugó un rol crucial en el restablecimiento rápido del suministro.
Este equilibrio es el resultado de una política energética articulada en torno a la diversificación de fuentes y la seguridad del abastecimiento. Aunque el carbón sigue representando el 64% del mix energético nacional, el país ha avanzado en energías renovables: la eólica representa un 15,4%, el gas natural un 10%, la solar un 5,1% y otras fuentes como el diésel, el fuelóleo y la hidroeléctrica completan el panorama.
Apuesta por acuerdos internacionales y resiliencia
Marruecos ha reforzado su seguridad energética mediante contratos de importación de gas natural licuado (GNL), firmados con la multinacional Shell y proveedores rusos. Esta estrategia no solo garantiza el suministro en momentos de tensión internacional, sino que posiciona al país como un actor fiable en el mercado regional.
Frente a esta estabilidad, la situación en varios países árabes resulta preocupante. Irak, a pesar de ser un importante productor de petróleo, solo alcanza una generación de 20.000 MW frente a una demanda que supera los 50.000 MW en verano. Su dependencia del gas iraní, junto con problemas estructurales como la corrupción y el deterioro de las infraestructuras, agravan la crisis.
Kuwait, con una capacidad instalada de 20,5 GW, anticipa cortes de entre dos y cuatro horas diarias en los meses más calurosos, mientras que Siria y Líbano enfrentan un colapso casi total de sus redes eléctricas.
La estabilidad no significa inmunidad
Marruecos ha demostrado que la previsión, la diversificación y la apertura a alianzas internacionales son claves para garantizar la seguridad energética. Sin embargo, el dinamismo demográfico y la evolución de los mercados energéticos exigen una actualización constante de sus políticas. En un mundo árabe marcado por tensiones políticas y vulnerabilidad energética, el Reino se presenta como un laboratorio exitoso, pero consciente de que el verdadero desafío está en mantener esta estabilidad en el tiempo.
10/07/2025