A pesar del reconocimiento internacional por sus ambiciosas políticas climáticas, como el octavo lugar en el Índice de Desempeño Climático 2025 (CCPI), Marruecos enfrenta la realidad de que el cambio climático avanza más rápido de lo que las soluciones pueden implementarse. El país encadena su séptimo año consecutivo de sequía, mientras que 2024 fue oficialmente el año más cálido registrado, con temperaturas que superaron los 47°C en ciudades como Béni Mellal y Marrakech, según la Dirección General de Meteorología (DGM), este 2025 parece no quedarse atrás.
La situación se agrava con la llegada de cada verano, con olas de calor más tempranas, prolongadas e intensas. Las temperaturas actuales superan los 45°C en regiones como Marrakech, Féz y Casablanca, afectando severamente a la población, en especial a personas mayores y enfermas. Este escenario ha disparado la demanda de climatizadores, como señalan medios locales, generando incluso rupturas de stock. Esta reacción social expone del dilema de cómo adaptarse al calor extremo sin agravar la crisis energética y climática que se intenta mitigar.
Entre tanto Marruecos pisa el acelerados y avanza en proyectos estructurales clave, como la construcción de 17 plantas desalinizadoras en funcionamiento, cuatro más en ejecución y nueve previstas hasta 2030, con una capacidad total proyectada de 1 700 millones de m³ al año. Estas infraestructuras buscan liberar agua embalsada para usos agrícolas y enfrentar el estrés hídrico prolongado. Además, con tercera versión de la Contribución Determinada a Nivel Nacional (CDN) eleva el objetivo de reducción de emisiones de GEI a más del 53% para 2035 y plantea más de 190 proyectos bancables en sectores clave como biodiversidad, agua y energía.
Sin embargo, la velocidad de implementación de estas soluciones contrasta con la rapidez de los impactos climáticos. El reciente foro climático local en Chefchaouen celebrado del 8 al 9 de julio, subrayó la necesidad de movilizar inversiones urgentes para soluciones locales y centradas en las personas. A ello se suma el dato alarmante del IDMC, al indicar que hasta 1,9 millones de marroquíes podrían verse desplazados internamente por el cambio climático antes de 2050, especialmente en regiones como el Oriental, Draa-Tafilalet y Souss-Massa.
Si bien el Reino se ha posicionado como un referente en energía solar, hídrica y políticas climáticas en el Norte de África; el escenario actual exige algo más que buenas políticas. Demanda velocidad, inversión masiva e integración de datos climáticos en toda planificación pública y privada. Pues tal y como lo advirtió el ministro marroquí Nizar Baraka, el informe climático anual ya no es solo una herramienta de diagnóstico, sino una guía estratégica para reorientar el desarrollo económico y social ante una crisis que no da tregua y donde hay que adaptarse a la vez que acelerar mecanismos para evitar consecuencias peores al corto, mediano y largo plazo.
09/07/2025
María Angélica Carvajal









