Cada año, la llegada del verano en Marruecos no solo anuncia el inicio de las vacaciones, sino también la activación de una dinámica económica de gran envergadura. Durante tres meses, el país experimenta un notable repunte en el consumo, el movimiento interno y la afluencia internacional, generando una rotación significativa de ingresos, empleos y servicios en múltiples sectores. La temporada estival se ha consolidado como un motor económico temporal que estimula directamente la economía nacional y fortalece el tejido productivo local.
Por ejemplo, en 2024, Marruecos alcanzó cifras récord en turismo: más de 14,5 millones de visitantes en todo el año, y 7,2 millones solo entre enero y mayo de 2025, un aumento del 22% respecto al mismo período de 2024, según el Ministerio de Turismo. Las regiones del norte, como Tánger, Tetuán o Chefchaouen, han reforzado su papel como destinos preferentes, especialmente para el turismo nacional que representa más del 60% del flujo en verano. Estas zonas reciben cientos de miles de familias que generan ingresos inmediatos para alojamientos, restaurantes, transporte, comercio local y actividades culturales.
La temporada de verano representa también una oportunidad para equilibrar las economías regionales. En el norte, el Consejo Regional de Turismo de Tánger-Tetuán-Alhucemas desplegó un plan de inversiones de 1,71 mil millones de dirhams (unos 160 millones de dólares) para modernizar las infraestructuras costeras, valorizar las médinas históricas y crear nuevos polos de atracción turística, como el anunciado Pueblo de Ocio en Tetuán. A esto se suma la puesta en valor de la oferta balnearia, los circuitos culturales, la limpieza urbana y una programación artística accesible, lo que eleva el estándar del turismo estacional.
Desde el punto de vista macroeconómico, la estacionalidad turística tiene efectos visibles en la balanza de servicios. Solo en el primer trimestre de 2025, el sector turístico generó 24.600 millones de dirhams (aproximadamente 2,43 mil millones de USD), según la Oficina de Cambios. Aunque el crecimiento de ingresos fue de apenas 2,4%, el impulso al empleo temporal, el aumento en el consumo interno y la reactivación del comercio son efectos multiplicadores que benefician tanto a centros urbanos como a pequeñas localidades costeras o rurales, y representan ingresos familiares estacionales en muchas comunidades.
Agadir y Tamuda Bay son otros ejemplos de zonas que concentran inversiones en conectividad aérea, accesibilidad y diversidad hotelera. La ciudad de Agadir, por ejemplo, experimentó un aumento del 308% en búsquedas de alojamiento para el verano 2025, según British Airways. Esta atracción creciente no solo se traduce en ocupaciones hoteleras de entre 70% – 75%, sino en un ecosistema económico temporal que incluye desde vendedores ambulantes hasta artesanos, guías turísticos y emprendedores digitales.
Más allá de lo coyuntural, la temporada de verano permite al Reino probar y escalar políticas de turismo sostenible, como lo establece la Hoja de ruta nacional 2023–2026, que promueve un modelo basado en la descentralización, la cultura y la economía verde. El reto ahora es consolidar esta energía estacional en una estructura permanente de desarrollo territorial. Para ello, se prioriza la diversificación anual de ofertas en gastronomía, senderismo, turismo urbano, etc., que permita prolongar la actividad económica más allá del pico estival.
En así como el verano en Marruecos es mucho más que una temporada alta, constituye una plataforma estratégica que dinamiza la economía en varios niveles, redistribuye oportunidades, mejora infraestructuras y fortalece el posicionamiento turístico del país. En este sentido, su correcto aprovechamiento, a través de políticas regionales coherentes y un enfoque inclusivo, podría ser una palanca clave para el crecimiento económico nacional y la generación de ingresos locales extras que empujan el dinamismo económico.
08/07/2025
María Angélica Carvajal