Que Marruecos sea sede de la Copa Africana de Naciones Femenina por segunda vez consecutiva, tras la edición de 2022 y la actual de 2025, no es producto de la casualidad. Responde a una estrategia deliberada del Reino para hacer del fútbol mucho más que un deporte: un instrumento de diplomacia, desarrollo económico y modernización de infraestructuras que refuerza su liderazgo en el Magreb y en todo el continente africano. El país ha comprendido que los grandes eventos deportivos tienen un efecto multiplicador que impacta el turismo, el comercio y la imagen internacional.
En 2024, Marruecos recibió 33 millones de pasajeros aéreos, un crecimiento del 21% respecto al año anterior. Las autoridades prevén que en 2025 esta cifra supere los 36 millones, impulsada por la recuperación turística y la celebración de citas deportivas que actúan como catalizadores de la demanda. La Copa Africana Femenina se disputará en seis estadios modernizados, como el Complejo Mohammed V de Casablanca y el Estadio de Marrakech, que han sido renovados no solo para acoger partidos, sino también para convertirse en referentes de servicios de clase mundial.
Este fenómeno trasciende el plano deportivo. Cada torneo supone la llegada de miles de aficionados, jugadoras, cuerpos técnicos, periodistas y patrocinadores. Su presencia dinamiza sectores como la hostelería, el transporte, la restauración y los servicios de traducción. Durante la edición de 2022, se estima que la ocupación hotelera en las ciudades sede creció más de un 25% durante las semanas del torneo. Este año, el Ministerio de Turismo espera un impacto económico superior a los 100 millones de dólares en divisas, entre consumo directo e indirecto.
La apuesta marroquí también persigue objetivos diplomáticos de largo plazo. Convertirse en anfitrión recurrente de competiciones continentales proyecta al país como un socio fiable e innovador ante la Confederación Africana de Fútbol y refuerza su candidatura como potencia logística y deportiva. Cabe recordar que el horizonte es ambicioso, pues Marruecos acogerá en 2026 la Copa Africana Masculina y será uno de los organizadores de la Copa Mundial de la FIFA 2030, junto a España y Portugal. Estas citas obligan a planificar no solo los estadios, sino también los aeropuertos, la red ferroviaria y los centros de atención al visitante.
Pero el efecto económico no termina con los turistas extranjeros. La población local también multiplica el consumo en restaurantes, cafeterías y comercios, atraída por la emoción de seguir los partidos. La industria audiovisual se beneficia de los derechos de transmisión, mientras que las marcas encuentran nuevas oportunidades de patrocinio. Para los jóvenes deportistas, estos torneos ofrecen modelos de referencia y oportunidades de formación en academias de alto nivel que ya empiezan a posicionar a Marruecos como cantera de talento femenino africano.
En definitiva, la Copa Africana Femenina es mucho más que una competición deportiva. Es un motor económico, un escaparate de modernidad y un vector de integración internacional. Marruecos ha decidido aprovechar esta oportunidad con visión estratégica, integrando la inversión en estadios dentro de un proyecto país que combina turismo, desarrollo urbano y liderazgo cultural. La continuidad de este enfoque, que se proyecta hasta la próxima década, confirma que el fútbol marroquí se juega tanto en el campo como en la arena económica y diplomática mundial.
03/07/2025
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