La decisión del presidente iraní Massoud Pezeshkian de suspender oficialmente la cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) marca un nuevo giro en la ya volátil situación nuclear de Oriente Medio. Anunciada por la televisión estatal este miércoles, esta medida confirma la entrada en vigor de una ley impulsada tras los recientes enfrentamientos armados con Israel, y profundiza el distanciamiento de Teherán respecto a los marcos multilaterales de control nuclear.
Una respuesta política tras 12 días de conflicto
La medida no llega de manera aislada. Representa una reacción directa a los bombardeos israelíes del 13 de junio contra instalaciones nucleares y bases militares iraníes, así como a la ofensiva estadounidense del 21 de junio, que afectó a tres sitios nucleares adicionales. En este contexto, la legislación promulgada por Pezeshkian responde a una lógica de confrontación y endurecimiento interno ante la presión internacional, en un momento en que Irán busca reafirmar su soberanía y capacidad de disuasión frente a lo que percibe como agresiones externas.
Europa intenta salvar el diálogo
En paralelo, la Unión Europea intenta evitar que se rompan por completo los canales diplomáticos. La alta representante para la Política Exterior de la UE, Kaja Kallas, reveló tras una conversación con el canciller iraní Abbas Araghchi que Bruselas está dispuesta a facilitar una reanudación del diálogo sobre el futuro del programa nuclear iraní. Sin embargo, Kallas fue clara al advertir que cualquier insinuación de abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) solo contribuirá a aumentar las tensiones regionales y globales.
Sus palabras reflejan una preocupación creciente en Europa por el posible colapso de los pocos mecanismos de contención que aún subsisten respecto al programa nuclear de Irán, que ha sido durante años uno de los principales focos de inestabilidad internacional.
Irán exige garantías antes de hablar con Washington
No obstante, desde Teherán no hay señales de voluntad inmediata de retomar el diálogo. Araghchi dejó claro que no se contemplará ningún reinicio de las conversaciones con Estados Unidos mientras no haya garantías firmes de que no se repetirán los ataques contra el territorio iraní. Esta postura no solo pone en pausa las negociaciones, sino que acentúa la desconfianza hacia cualquier intento occidental de mediación sin compromisos concretos.
Un equilibrio frágil con riesgo de ruptura
El trasfondo es preocupante: en medio de un clima geopolítico extremadamente tenso, el retiro de Irán de los mecanismos de supervisión del OIEA debilita aún más el régimen internacional de no proliferación. Si bien Irán ha mantenido durante años una política ambigua —jugando entre la presión diplomática y la resistencia estratégica—, la suspensión de la cooperación con el organismo nuclear de la ONU implica una posible aceleración de sus actividades atómicas sin supervisión externa.
La comunidad internacional, en particular los países europeos y actores como China o Rusia, podrían verse ahora presionados a redoblar esfuerzos para evitar que el conflicto escale hacia escenarios irreversibles.
La decisión de Irán marca un punto de inflexión. Mientras los actores occidentales intentan contener una crisis, Teherán lanza un mensaje claro: sin garantías, no hay negociación. El desafío, ahora, es evitar que la desconfianza se traduzca en una carrera armamentística abierta en una región donde la estabilidad pende de un hilo.
El
Abdelhalim ELAMRAOUI
02/07/2025









