La participación de Marruecos en la Cuarta Conferencia Internacional de la ONU sobre el Financiamiento del Desarrollo, celebrada en Sevilla, confirma la determinación de Rabat de proyectar un liderazgo regional basado en reformas internas ambiciosas y una apuesta por redefinir las reglas de la arquitectura financiera global.
El jefe de gobierno, Aziz Akhannouch, en nombre del rey Mohammed VI, presentó a Marruecos como un ejemplo de país de renta media que avanza hacia un desarrollo inclusivo, pero que también reclama mayores recursos y equidad en el acceso al financiamiento internacional. Akhannouch expuso una narrativa centrada en las transformaciones estructurales que el Reino ha desplegado en los últimos años, en áreas tan sensibles como la protección social, la salud, la educación y la lucha contra la evasión fiscal.
Según datos del propio ejecutivo marroquí, la ampliación de la base tributaria y la modernización administrativa han permitido financiar parte de estos proyectos. Sin embargo, la magnitud de las inversiones necesarias para consolidar estas políticas revela la paradoja de muchos países emergentes, donde pese a su dinamismo, requieren de un entorno internacional más cooperativo y menos condicionado por la inestabilidad de los flujos financieros globales.
Esa propuesta en el contexto de la conferencia no podría ser más desafiante. Pues para el secretario general de la ONU, António Guterres, dos tercios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en la Agenda 2030 están retrasados. Las tensiones comerciales, el aumento de la deuda y la reducción de los presupuestos de ayuda internacional han erosionado la confianza en el sistema multilateral. Es así como el llamado a “reiniciar el motor del desarrollo global” a través de inversiones aceleradas se ha escuchado con fuerza en Sevilla.
Para Marruecos, este escenario plantea un doble reto: consolidar sus reformas internas y defender, a la vez, un nuevo enfoque de corresponsabilidad internacional que reconozca el peso creciente del Sur Global. La propuesta marroquí de abrir un diálogo entre instituciones financieras tradicionales y nuevas generaciones de actores económicos y sociales apunta precisamente a esa dirección.
Cabe destacar que la volatilidad de la economía global ha sido evidente este 2023, y bajo esas circunstancias el Reino reivindica un papel activo en la definición de mecanismos de financiamiento más predecibles, transparentes y capaces de responder a las aspiraciones legítimas de los ciudadanos. El “Compromiso de Sevilla”, documento final aprobado en la conferencia, incluye demandas clave que Rabat comparte, como el fortalecimiento de los bancos de desarrollo, la cooperación fiscal para combatir la evasión y la mejora de la representación de los países del Sur en los órganos financieros internacionales.
Por su parte, en el plano político, la delegación marroquí mostró capacidad de influencia y articulación de consensos. La asistencia de cerca de 60 jefes de Estado y de gobierno y la presencia de líderes como el mandatario español Pedro Sánchez subrayaron el carácter estratégico de la cita. Para Marruecos, este tipo de foros se ha convertido en un espacio idóneo para proyectar su modelo de reformas y consolidar alianzas que refuercen su peso en las negociaciones multilaterales. Se debe destacar que la estrategia de Rabat combina la búsqueda de recursos con la afirmación de una narrativa que presenta al país como un interlocutor constructivo, capaz de contribuir a soluciones globales que conjuguen desarrollo económico, cohesión social y sostenibilidad.
01/07/2025
María Angélica Carvajal









