En un contexto donde las promesas de modernización del aparato público suelen quedar atrapadas entre discursos formales y normativas sin impacto tangible, Leïla Benali emerge como una figura clave en la reconfiguración institucional del Estado marroquí. La ministra de Transición Energética y Desarrollo Sostenible no solo ha interpretado las orientaciones Reales sobre la reestructuración del sector público, sino que ha sido la primera en ejecutarlas, abriendo el camino hacia una transformación soberana y concreta del entramado estatal.
Su iniciativa de convertir la Oficina Nacional de Hidrocarburos y Minas (ONHYM) en una sociedad anónima no constituye una simple maniobra administrativa, más bien, el inicio de un verdadero viraje estructural en la gobernanza económica del Reino. Este gesto marca el paso de un Estado con un rol meramente regulador a uno que redefine estratégicamente sus instrumentos de intervención, con visión a largo plazo y compromiso institucional.
Más allá de la norma: un acto político estructurante
La operación no se limita a un decreto ni a una reconfiguración técnica. Supone la construcción de un consenso entre actores clave del aparato estatal: la Presidencia del Gobierno, el Ministerio de Finanzas, la Agencia Nacional de Gestión Estratégica de Participaciones del Estado, y la propia ONHYM. Leïla Benali ha sabido articular estos actores alrededor de una convicción compartida: las directrices reales no se proclaman, se estructuran.
Con un enfoque estratégico y una dirección política afinada, ha impulsado un cambio de paradigma: pasar de una administración heredada —frecuentemente percibida como ineficiente— hacia un modelo orientado a resultados, con una gobernanza sólida, una mejor gestión del territorio y una afirmación clara de la soberanía energética nacional.
Del control pasivo al liderazgo estratégico, un nuevo papel del Estado en la economía
Esta reconfiguración institucional no implica una retirada del Estado, sino su evolución hacia un papel más activo y deliberado. La apertura del capital de la nueva entidad no representa una privatización en sentido clásico, sino una vía para movilizar recursos sin renunciar al control estratégico. El Estado seguirá dominando los órganos de decisión, mientras que la nueva sociedad anónima asumirá funciones ampliadas como la exploración, inversión y almacenamiento de gas natural. Se trata, por tanto, de una transición funcional y no ideológica, orientada al fortalecimiento del Estado como actor de desarrollo.
Una reforma constructiva con miras a un cambio duradero
Leïla Benali no ha limitado su acción a una administración técnica compleja. Ha convertido una iniciativa sectorial en el laboratorio de una transformación política profunda. Su apuesta es clara: dotar al sector público de herramientas empresariales sin abandonar el control soberano, iniciar una transición institucional que rompa con inercias del pasado y marque una nueva etapa en la gestión de lo público.
Esta reforma no ha generado ruido mediático ni ha buscado el espectáculo. Pero constituye un hito irreversible: Marruecos ha iniciado, de forma silenciosa pero firme, la senda de una reestructuración de su arquitectura institucional. Y en este proceso, el nombre de Leïla Benali queda ya inscrito como la figura que tradujo una visión real en estructura de Estado.
27/06/2025









